Murder House Análisis – La nochentera de Puppet Combo – Review para Switch, Xbox One, Steam y PS4

Un cruce entre el cine slasher de los 80 y los survival horror de la etapa 32 bits, convertido en uno de los estandartes de la estética low poly tan de moda en la actualidad

El terror nunca pasa de moda, afortunadamente. Lo que sí puede estar más en boga, o menos, son determinadas corrientes dentro de él. Ahora mismo no paran de ganar adeptos las producciones que presentan polígonos de aspecto muy primitivo para su apartado visual, idénticos a los que nos ofrecieron los títulos pioneros del terror interactivo en tres dimensiones. Es la estética audiovisual conocida como low poly, de la que os hablamos en este reportaje especial. Entre esos títulos que evocan a grandes clásicos como el primer Silent Hill, brilla con luz propia Murder House, la creación más icónica de Puppet Combo.

La premisa de Murder House es agradablemente básica y va al cotarro desde el principio. Sin embargo, Puppet Combo nos mete en situación antes, con una presentación francamente de aplauso en la que sus menús están rescatados de la noche más ochentera de los 80.

MURDER HOUSE reproduce las carátulas VHS de los 80 en su menú inicial

Una presentación de 32 kilates bits de oro puro

Atentos a los detallazos. Lo primero que encontramos es un aviso de copyright con la misma serigrafía de la época, desplazándose hacia la parte de arriba de la pantalla. Los tiempos de carga iniciales se acompañarán de sonidos también perfectamente reconocibles por los entraditos en años, simulando las cintas vhs entrando en el reproductor o rebobinándose. Después pasaremos al menú de inicio, con todas sus opciones dispuestas con un fondo de pantalla reproduciendo una carátula vhs con el nombre del juego.

Y esto es el comienzo nada más. El resto de Murder House es todavía más detallista y Puppet Combo nos regalará toda clase de guiños a la época. Por ejemplo, el medidor de resistencia de la protagonista también será una de las dichosas barras de tracking con las que ajustábamos la nitidez de la cinta de video.

MURDER HOUSE y el guiño al temible tracking

También estarán a nuestra disposición filtros gráficos que aumentarán la borrosidad o la fidelidad con los cacharros de nuestra infancia (hay un filtro específicamente denominado PSX). Todos, como no podía ser de otro modo, acompañados de los defectos gráficos de entonces, como el clipping, que ahora resulta simpático en vez de molesto.

En las transiciones entre habitaciones veremos a una animación de una puerta abriéndose, reproduciendo la misma de Resident Evil, a su vez extraída del Sweet Home de Famicom/NES. Y no es el único préstamo de la saga de Capcom: toda la dirección artística del juego utiliza planos y cámaras fijas para darnos un ángulo de cada habitación en la que estemos.

MURDER HOUSE emplea gráficos 3D y planos fijos para la acción

Igualmente, el sonido también será un recital de FX prehistóricos, destacando las voces (muy puntuales, como sucedía en los primeros juegos de terror de Saturn y PlayStation) enlatadas con un efecto divertidísimo.

Y fuera del apartado audiovisual sigue la noche ochentera. El control tipo tanque nos obligará a desplazar al personaje sí o sí del mismo modo en que lo hacíamos en el legendario primer Resident Evil de 1996.

Tampoco nos dejarán salvar partida cuando y donde queramos, pues sólo podremos hacerlo en una habitación concreta y si utilizamos un ítem (un lápiz con el que escribir anotaciones en un diario). Cómo no, el número de esos objetos es muy limitado a lo largo de toda la partida.

Con todos estos ingredientes, Puppet Combo logra que su Murder House te teletransporte directamente a otra época muy remota de los videojuegos y de tu propia vida si eres un niño grande los 80, con un grado de acierto en esa obsesión por el detalle digna de aplauso.

MURDER HOUSE es pura nostalgia a través de incontables detalles

El conejo de la (mala) suerte

Como os decía antes, en Puppet Combo no han escatimado en clichés para Murder House. El prólogo es una fantástica introducción a su propuesta, mostrando (casi) todas sus cartas desde el comienzo.

Seremos un niño que queda atrapado en un centro comercial, junto a un psicópata disfrazado de conejo de pascua. La guisa de nuestro persecutor es descacharrante e inquietante, provocando una mezcla entre gore y humor negrísimo que será una constante posteriormente, convirtiéndose en una de las señas de identidad de Murder House y de la misma Puppet Combo.

Las cámaras fijas, escondernos a lo Clock Tower y localizar objetos y códigos de puertas de seguridad para escapar del recinto se sucederán en unos 15-20 primeros minutos frenéticos (que cualquier otra compañía lo cobraría aparte, visto el percal que tenemos hoy).

Los momentos de tensión están muy logrados, sobresaliendo un plano en el que la pantalla dividirá la acción en tres ángulos: el del conejo siguiéndonos lenta e implacablemente cual Michael Myers pero con pijamita rosa, el del niño corriendo despavorido (que nos representa a nosotros aporreando el mando) y el de la puerta por la que huir.

Como bien sabréis los forofos del género de terror, estos recursos disparan la adrenalina, la risa nerviosa y el descontrol tan característico de los picos de miedo, demostrando desde el principio que Puppet Combo se sabe lo que se hace.

MURDER HOUSE tiene un prólogo simplemente brillante

El prólogo termina si el asesino nos caza, algo fácil porque suele escabullirse en las habitaciones donde andamos investigando. Si aguantamos hasta el final sin que nos trinque, tendremos otra secuencia que os va a arrancar unas buenas risas. A esta secuencia inicial podremos acceder en cualquier momento desde el menú principal del juego.

La trama de Murder House nos sitúa varios años después en la casa del asesino. Un equipo de reporteros se desplaza hasta el lugar para recordar la ristra de crímenes que dejó el puñetero conejo.

Como no podía ser de otro modo, la casa esconde muchos secretos y los personajes, encerrados, irán cayendo masacrados tal y como mandan las reglas del slasher. Además, con formas tan ridículamente grotescas que, como decíamos antes, va a tener a los fans del gore y del humor más negro en su salsa.

¿Cómo se juega a Murder House?

Aunque estéticamente Puppet Combo haya calcado las formas de Silent Hill, la esencia jugable de su Murder House es muy Resident Evil. Y eso que hay un piano con un puzzle también…

Pero el caserón donde estamos atrapados a merced del pyschokiller está lleno de llaves que abren determinadas puertas, además de objetos que encajan tan sólo en lugares específicos. Hay mucho backtracking para que todas las estancias queden, al final, comunicadas entre sí.

El conejo de Murder House nos retará a localizar sus huevos de pascua repartidos por toda la casa. Si nos lo cruzamos mientras investigamos, no dudará en mandarnos al Game Over con una truculenta secuencia de descuartizamiento, que variará de una ocasión a otra. Eso sí, a veces pasará a nuestro lado totalmente sin inmutarse, en uno de esos fallos típicos de la inteligencia artificial que imagino que han introducido adrede como el resto de guiños.

Que su aparición sea impredecible le da un plus de emoción a la partida, porque además supone repetir el último tramo que hayamos jugado sin salvar partida. Para evitar que eso pase, Puppet Combo ha colocado por todo Murder House huecos y muebles por los que intentar escondernos. Si no somos lo bastante rápidos, el asesino nos va a pillar enseguida con una cachonda animación de la que seremos testigos en primera persona, al estilo Outlast.

Puntos mejorables de Murder House

La naturaleza indie de Murder House no ha sido ningún impedimento en lo creativo como bien demuestra el ingenio y el sentido del humor de Puppet Combo a lo largo de toda la propuesta. Pero las limitaciones presupuestarias sí se perciben en diversos detalles, como una traducción a español neutro con cierto margen de mejora.

Eso sí, la mala leche de sus chistes y diálogos (como la secuencia del vaso sucio) se puede captar sin problemas, lo cual se agradece.

Tampoco hay demasiados parámetros de configuración en el juego. Los controles tipo tanque vienen por imposición y no hay posibilidad de sustituirlos por otros modernos. A mí personalmente reencontrarme con ellos me ha parecido un tormento y es el mayor punto negativo que le veo al juego.

Te terminas acostumbrando pero cuesta y es bastante incómodo para los momentos de escapar, si bien cumple sobradamente su propósito de hacerte sentir torpe y en desventaja contra el asesino. En ese sentido, el repertorio de objetos de defensa (por ejemplo, armas de fuego solo hay dos y con contadísimas balas) se reduce a lo mínimo, y es casi mejor reservarlo para la traca final.

Por cierto que el combate final está lleno de planos fijos poco acertados, complicando aún más las cosas. Al menos hay apuntado automático, e inversión de los ejes X e Y, pero no esperéis más ayudas.

Está claro que dejar el control tipo tanque como única opción ha sido una decisión premeditada, igual que el limitado número de objetos para salvar progresos. Pero otras, como las relativas a la accesibilidad, están ausentes por la habitual falta de medios entre producciones tan modestas.

Murder House y su condición de juego de culto

Lanzado el 22 de octubre de 2020, Murder House caló enseguida en la comunidad gamer por su desparpajo a la hora de reproducir el slasher cinematográfico de los 80 y los gráficos de los primeros survival horror de la industria de videojuego.

Sus dos-tres horas de duración (dependiendo de lo avispado que estés con los rompecabezas y las veces que te trinque el conejo) son un minucioso homenaje a dos etapas, cada una en su respectivo terreno, totalmente únicas e irrepetibles.

La etapa slasher por tomar de referencia a mitos modernos del terror que compusieron un género en sí mismo (Viernes 13, Pesadilla en Elm Street, La noche de Halloween), y la lúdica por hacer suyas las fórmulas de videojuegos innovadores (las 3D de Silent Hill) y pioneros en el terror (Alone in the Dark, Resident Evil).

Producciones transgresoras que abrieron nuevos caminos en el entretenimiento interactivo y, por tanto, irrepetibles por el contexto en el que se produjeron.

Murder House engaña a la hora de recrearlas haciendo creer que es fácil conseguir meter al jugador, de pleno, en un atmósfera tan trillada, justo por pertenecer a un momento del tiempo y a una etapa de este pasatiempo que conocemos de sobra. Y no es un trabajo simple (tampoco en lo artístico).

Lo mejor es que trasciende a su forma de homenaje para introducirnos en el fondo de su propuesta survival horror. Murder House no sólo es recomendable para los que crecimos con las 32 bits y para quienes busquen una producción añeja. Es también un juego de terror gamberro, muy divertido y de los que dejan una amplia sonrisa aunque sea de pura nostalgia.

Razones de sobra para convertir a Puppet Combo en una desarrolladora al alza, con diversas producciones del mismo corte (Stay out of the house) para deleite de los viejóvenes y hacer de Murder House un juego de culto. No tengo dudas de que, de haber sido lanzado en 1999, su noche ochentera también habría sido considerada así.


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