Seguro que algún verano has ido al cine a ver el taquillazo de moda. Hollywood ha asentado la costumbre que empezaría Tiburón en 1975 de ofrecer una película por y para las masas en época de calor, estrenándola en multitud de salas en medio de enormes campañas promocionales.
Tifa, Barret, Sefirot, Arma Esmeralda, Ciudad Cohete, materias, invocaciones, Gold Saucer, Meteorito, Aeris y por supuesto Cloud, Cloud Strife… Nombres que son sinónimos de una auténtica leyenda de los videojuegos, dotados con el privilegio de traer al presente recuerdos y sensaciones desde un tiempo que, pese a quedar muy atrás en el calendario, permanece inamovible en la memoria.
Con el lanzamiento The Quarry, el ya denominado «sucesor espiritual» de Until Dawn, muchos amantes del género de terror han celebrado la llegada de este título.
“La guerra… la guerra nunca cambia” es una frase ya imprescindible de cada entrega de los Fallout, una de las sagas de videojuegos más reconocidas de los últimos años; en ella se nos abre un mundo lleno de posibilidades post-apocalípticas donde podemos hacer lo que nos da la gana, sí: pero también ser testigos de los estragos de la guerra.
Es curioso que la mejor celebración por el 35 aniversario de la saga The Legend of Zelda no lo aportase la propia Nintendo, que se limitó a sacar una Game & Watch conmemorativa y a remasterizar Skyward Sword -cobrándolo a precio de novedad-, sino un estudio independiente llamado Ember Lab.
La siempre fascinante Naturaleza ha ocupado un lugar privilegiado en todas las artes desde el comienzo de los tiempos, y los videojuegos no podían ser una excepción.
Algunos, por ejemplo, son desafiantes aventuras protagonizadas por animales hacia los que se siente especial simpatía, como Ecco the Dolphin; otras veces, se fijan en su incomparable belleza (Flower) como hilo conductor; y no son pocas las ocasiones en que también ha tirado del componente místico y las leyendas locales para elaborar producciones de gran envergadura (Okami).
Nintendo 64, como recordamosen nuestro reportaje especial sobre su 25 aniversario,fue una máquina a la que su potencia le permitía distanciarse tecnológicamente de la competencia (Saturn, PlayStation) en numerosos aspectos.
A los aficionados al videojuego, la palabra rapture nos trae al pensamiento inmediatamente la obra maestra de Irrational Games, Bioshock, y su inquietante mundo (o rapto) submarino; de los diferentes significados del término, el más adecuado para el título de The Chinese Room sería “éxtasis”, dado el apocalíptico argumento que nos ofrece: la paulatina desaparición de los habitantes de una idílica villa inglesa de los años 80, desvanecidos sin dejar rastro.
Es innegable que en Capcom practican al pie de la letra aquello de “renovarse o morir” con Resident Evil, porque se han empeñado en que se salte sus propios esquemas cada cierto tiempopara seguir sorprendiendo al público.
Si en 1996 acuñó el término survival horror con su actualización para PlayStation de Sweet Home, en 2005 decidía abandonar las cámaras cinematográficas en favor de una vista al hombro después imitada por toda la industria, para luego, en 2017, regresar a unas raíces más cercanas al suspense apostando por la perspectiva en primera persona.
Tirar de nostalgia es una apuesta casi siempre segura en la industria del videojuego, al apelar a los buenos recuerdos que conservan los aficionados para sacar tajada.