[Análisis] Killer Frequency: Sintonizando asesinatos
Un slasher ochentero centrado en la toma de decisiones que homenajea a clásicos cinematográficos del subgénero como Scream
Killer Frequency
Acabo de sintonizar la KFAM 189.16 y me he quedado atento al programa porque, de pronto, ha empezado a morir gente… ¿o quizás alguien se ha salvado? ¿El asesino habrá logrado vencer…? Antes de contestaros, queremos agradecerle a Team17 Digital que nos haya dado la oportunidad, sobre todo un servidor, de tener una clave de este videojuego. Como perturbado del slasher, toda propuesta del estilo es un gran regalo. Y ahora sí, acompañadme en este Killer Frequency Análisis… si el hombre del Silbido no os atrapa antes.
¡Dentro emisión!
¿Podremos salvar Gallows Creek?
Manejamos a Forrest Nash, un reputado presentador de radio oriundo de Chicago que fue despedido después de cosechar picos de quince millones de oyentes. Lo que parece un programa anodino y con una productora bastante zumbada —motivo por el cual es fácil empatizar con ella— pronto se convertirá en un juego trepidante donde la supervivencia de los vecinos dependerá de nosotros.
La mecánica de este videojuego consiste en la toma de decisiones apoyada en las pistas que hemos encontrado por la estación de radio. Ahora bien, y no nos confundamos, encontrarlas no nos garantizará la seguridad del oyente, sino que funcionarán como guía. Depende de nosotros, entonces, saber interpretarlas correctamente y adaptarnos a las circunstancias.
Podemos pensar que el videojuego sustenta su base jugable en Until Dawn, pero resulta sencillo señalar las diferencias con respecto al título de Supermassive. Lo más evidente y básico: solo controlamos a un personaje y la cámara es en primera persona. Ahora sí, el resto de puntos.
En primer lugar, los oyentes no suponen una carga empática que nos sitúe en una dicotomía entre salvarlos o dejarlos morir sin arrepentimiento. Por lo general, y lo digo porque pasé a uno de ellos por el cuchillo del asesino, querremos salvarlos a todos.
Y esto no es malo debido a que la historia requiere de personajes -en apariencia inocentes que no merecen morir-, sobre todo si somos un foráneo que acaba de instalarse en el pueblo. El cual, todavía, no ha realizado el esfuerzo de entablar relaciones interpersonales con nadie, salvo con Peggy, su productora.
También se distancia de la mecánica de Until Dawn en que no contaremos con apenas eventos de tiempo rápidos —quick time events, para los amantes de los anglicismos—, por lo que podemos tomarnos unos instantes para reflexionar sobre nuestra decisión. De hecho, cuando salen en pantalla no tienen tanta relevancia como los normales, casi al contrario de lo que ocurre en el exclusivo de PlayStation 4.
Otras de las diferencias fundamentales en las que queremos detenernos en este Killer Frequency: Análisis, y que quizás les resten tensión e importancia a nuestras decisiones y no nos sintamos omnipotentes, reside en la posibilidad de guardar en cualquier momento, sin dependencia de la urgencia del momento. Lo comprobé porque, como soy algo sádico, quise sacar desenlaces distintos y comprobar sus consecuencias en la historia.
Una vez comprobamos que los dos juegos se visten con distintas capas, veamos qué lleva debajo Killer Frequency.
Detectives radiofónicos
Tengo que reconocer que, en su primera toma de contacto, pensé que el videojuego tendría una vertiente de survival horror fruto de la costumbre por haber jugado propuestas de este estilo.
Al no estar limitados a nivel técnico como otros estudios que apuestan por la simpleza efectiva de su propuesta, Team17 Digital ha sabido desmarcarse dentro del subgénero para crear un título honorífico del slasher con identidad propia. Y es algo que queremos remarcar especialmente en nuestro Killer Frequency: Análisis.
A medida que avanzamos, nos convertimos en la alternativa de la policía en una noche caótica. Comprobamos que cuanto más asimilan Peggy y Forrest la situación, mayor es la seguridad que adquieren.
Esta evolución narrativa tiene su efecto inmediato en la jugable. Recordamos que en las películas slasher el último superviviente demanda ayuda a la policía, mientras lucha por su supervivencia, hasta que realiza un deus ex machina heroico para salvar la situación.
Aquí esa regla sufre una ligera modificación. Si bien aguardamos la intervención de los agentes, estos nos piden auxilio para que contengamos al asesino y salvemos a todas las personas que podamos.
Por lo tanto, aunque nuestro «mapa» se limite a la sala de grabación aproximadamente media hora, desbloquearemos el resto de secciones conforme la escala de violencia aumente junto a la resolución de los protagonistas. Así pues, poco a poco asumimos el papel de los policías que andan tras la búsqueda del asesino en un frenético juego del gato y el ratón.
Eso sí, la dificultad también se incrementa, por lo que nuestras inspecciones se vuelven más concienzudas para no dejarnos llevar por la primera impresión. Nuestra buena labor como detectives aficionados hará que nuestro siguiente paso sea firme, endeble o nos haga tropezar.
Por otro lado, Killer Frequency aplica con inteligencia las reglas del clásico tropo «¿quién lo hizo?» (whodunit?) sobre la jugabilidad y su impacto. Y lo hace de una forma brillante.
No necesita imágenes para que suframos por los oyentes, porque mediante el sonido, las descripciones o las inflexiones en la voz sentimos sin ver. En un slasher de este estilo el guionista quiere entretener al espectador con la introducción de pistas falsas que involucren cada vez a más personajes hasta llegar al punto de no estar seguro sobre tus conjeturas.
En el videojuego, estos cebos funcionan para que tomemos decisiones equivocadas o guiemos nuestra investigación hacia el lugar incorrecto. Recalco prestar atención a los objetos analizados, las preguntas formuladas, las vidas salvadas o muertes sembradas y la interpretación sobre todo lo que creemos, porque no siempre es lo verdadero.
El peligro sin amenaza real
No estamos, vuelvo a repetir, ante una experiencia survival horror que nos haga refugiarnos en una esquina esperando a que el villano gire sobre sus pasos. Tampoco tendremos que huir en el momento justo o el asesino nos tenderá trampas que requerirá de toda nuestra inteligencia para no morir. Pero eso no significa que Killer Frequency no juegue con nosotros.
Un asesino libre, la soledad en la estación de radio, rincones por doquier, sonidos ambientales acentuados o una ligera perturbación en la monotonía del escenario son suficientes para generar un desasosiego notorio e invisible.
Así, se nos hace creer en la acechanza permanente del antagonista cuando en realidad no es así.
Por poner en contexto, en cierto momento tengo que ir al sótano. Aun sabiendo que no corro peligro tangible, caminaba receloso e intentando ganar el ángulo de visión. Pues bien, pegué un bote y giré de inmediato cuando oí una torre de latas cayendo con estruendo reverberado. Había sido yo que, en un descuido, las derribé.
Ahora bien, no ha sido el único evento que me ha sobresaltado, pero no los detallaré para no arruinaros la experiencia.
Un slasher cartoon
Hay videojuegos que te entran por los ojos. Killer Frequency es una de esas propuestas que, sin saber de qué tratan, te despierta la curiosidad por su acabado visual.
El mimo que le han puesto en su estética de dibujos animados se aprecia en el nivel de detalles de cada escenario. Si bien en el modelado de los personajes no hay nada que decir porque lo han reducido al hombre del Silbido, supieron focalizar en crear un entorno que pareciera vivo, no un simple decorado con detalles aleatorios.
Para aprovechar estas bondades, sin ir más lejos el personaje de Peggy se perfila contra la luz roja de la sala de producción e intuimos unos detalles de sus rasgos, pero nunca le vemos la cara. Este detalle creo que le confiere un aura de misterio en consonancia con el ejercicio detectivesco que estamos llevando a cabo. Y, sobre todo, porque llegados a determinado punto cualquier palabra de nuestra compañera la tomaremos como un indicio incriminatorio.
Considero que la tensión se apoya en la dirección artística. Las secciones de la radio están diseñadas para transmitirnos sin necesidad de incluir, como he dicho arriba, una persecución o acecho permanente.
Remarca las zonas seguras, traza la transición hacia aquellas donde nos sentimos vulnerables y la indefensión cuando avanzamos para descubrir la verdad.
El pueblo levantado por un amante del slasher
Si creíais que me había olvidado de un aspecto que he comentado muchas veces, como es el de los homenajes al subgénero, estáis equivocados.
No puedo despedirme sin mencionar, por encima, que Gallows Creek nace de la mente de un seguidor del slasher. Aunque cuenta con segmentos que funcionan como alivio cómico, las dosis de humor negro están muy contadas para no desviar la atención de lo que importa. Pero es que todo cuanto nos rodea nos convierte en los personajes de una película autorreferencial.
El texto quedaría demasiado extenso si enlazara cada referencia encontrada en títulos de canciones o nombres de pila o de calles.
Sin embargo, voy a mencionar algunos de sus homenajes: las personas viven en Arroyo de la horca; sintonizan la frecuencia asesina para escuchar el programa el Grito, y piden canciones como Apuñalamiento al ocaso del grupo Cuchillo fácil —podemos admitir la traducción del original Knife and E-Z—; viven en la calle Craven o van a comer al Asador Asesino.
Luego, si queremos entretenernos un poco más, encontraremos carátulas de VHS que referencian a Viernes 13, Posesión infernal o El exorcista. Y lo dejo ya, porque si no creo que alguno de vosotros, o el mismo director de Videojuerguistas, me empalará contra la pared con la cornamenta de un ciervo *guiño, guiño*. Prometo recoger el saco e irme en cuanto termine la conclusión.
Killer Frequency Análisis: Conclusión
Killer Frequency es un sobresaliente slasher que combina con destreza la investigación y la toma de decisiones. Con su sistema conversacional conjura un videojuego diferente en el subgénero.
Aunque carece de tensión en las elecciones, su astucia para confundirnos lo suple con facilidad. Si bien su historia no aporta originalidad y entrelaza lo clásico con las reglas actuales implementadas en una ficción ochentera, sí sabe cómo conducirnos hacia la sorpresa en sus diversos giros de guion para estallar en un final que se desinfla en este aspecto, pero que gana en vertiginosidad.
Pues esto ha sido todo, Videojuerguistas, herederos de Randy. ¿Conocíais este videojuego? Si no es así, ¿os ha picado la curiosidad? Para los que estáis indecisos, tenéis también un gameplay en este enlace. Si sigo vivo en la secuela, algo que Tatum Riley no puede decir, nos leeremos o escucharemos próximamente.
¡Felices puñaladas!
Killer Frequency Análisis: Ficha técnica
Desarrollador: Team17 Digital
Género: terror (slasher)
Fecha de lanzamiento: 1 de junio de 2023 (ficha en Steam)
Plataforma: PC (Steam y Windows); PS4, PS5; Xbox One, Xbox Series XlS; Nintendo Switch, y Meta Quest 2 (Realidad virtual)
Idioma: Voces en inglés; textos en español
Duración aproximada: 3-4 horas (primera vuelta)
Precio digital: 24’99€
Enlace: https://store.steampowered.com/app/1903620/Killer_Frequency/
Formato Físico: Sí
Enlaces de interés
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Alex Marsalo lleva su entusiasmo por el slasher y Halloween a su faceta como redactor y escritor, publicando la novela SLASH: Diario de dos asesinos novatos y pendiente de publicar más obras relacionadas con el subgénero.
También le encanta la mitología nórdica y la sociedad vikinga. Aunque no rehúye de un found footage o una trama paranormal, se siente más cómodo entre cuchillos y máscaras, llegando a entrevistar a directores o desarrolladores de terror.
Combina la escritura con su afición por los pódcast, dirigiendo El videoclub de Woodsbhorror, dedicado al slasher, y No dejes de grabar, dedicado al found footage.
En su currículo como redactor figuran textos únicos en España, como Halloween: origen de la fiesta y de donde viene el truco o trato, curiosidades, historia y evolución; Black Cat Cafe: la historia del bar de San Francisco donde siempre era Halloween; «Truco o Trato: Terror en Halloween» (2007): Una película indispensable para la fiesta de Todos los Santos; Alan Wake 2 tras la narrativa: la inspiración del escritor o Análisis a Until Dawn: repaso a sus influencias slasher.
También le encanta la mitología nórdica y la sociedad vikinga. Aunque no rehúye de un found footage o una trama paranormal, se siente más cómodo entre cuchillos y máscaras, llegando a entrevistar a directores o desarrolladores de terror.
Combina la escritura con su afición por los pódcast, dirigiendo El videoclub de Woodsbhorror, dedicado al slasher, y No dejes de grabar, dedicado al found footage.
En su currículo como redactor figuran textos únicos en España, como Halloween: origen de la fiesta y de donde viene el truco o trato, curiosidades, historia y evolución; Black Cat Cafe: la historia del bar de San Francisco donde siempre era Halloween; «Truco o Trato: Terror en Halloween» (2007): Una película indispensable para la fiesta de Todos los Santos; Alan Wake 2 tras la narrativa: la inspiración del escritor o Análisis a Until Dawn: repaso a sus influencias slasher.
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