Ankora: Lost Days – Análisis – Review – Opiniones
Tesura lanza en físico, junto a Deiland Pocket Planet, esta amable producción del estudio valenciano Chibig
Francisco Cerdán
Hoy en Videojuerguistas analizamos un título que está disponible desde septiembre de 2022, pero es ahora cuando debuta por fin en formato físico gracias a la casa Tesura Games, así que hemos aprovechado para compartir nuestra valoración de Ankora: Lost Days.
Para los interesados en dicho formato tradicional, recordamos que en Switch se encuentra a la venta desde el pasado 31 de marzo y en PlayStation 4 desde este 23 de junio tanto en edición estándar como coleccionista.
El retraso ha valido la pena al ser productos que cuentan con diversos extras como la banda sonora y un libro de arte, todo a un precio recomendado de 64,99€: lo mejor es que hace tándem con Deiland Pocket Planet, con lo que te llevas dos juegos en uno.
Ambos son creaciones de la desarrolladora española Chibig, artífices también de un encantador título inspirado en el clásico de la literatura El Principito, como os comentamos en este reportaje. Ahora, vuelven a la carga, tras otro mecenazgo exitoso, con una propuesta que mantiene la línea continuista de su bucólica ambientación. Un universo tridimensional de minuciosa belleza con más capas de lo que a priori pueda parecer,
¿Quieres un lugar de sosiego y salir de tu mundanal ruido de estrés y frenetismo? ¡Chibig al rescate!
¿Nos echas una mano? Tenemos un martillo
Es increíble la capacidad que tiene el medio del videojuego para generar emociones partiendo de la premisa que Ankora: Lost Days explota (la llegada a un planeta y su exploración) y como se percibe de manera distinta en función del tratamiento que le quieras dar. Porque, si bien la llegada al planeta puede sugerir una narración relacionada con el peligro que entraña, esto no es del todo correcto.
Las primeras horas de Ankora se centran en que el jugador comprenda que todas sus acciones tienen que ir en pos de hacer un mundo mejor y ayudar a la civilización que habita en ella. De verdad chicos/as, solo vais a querer ayudar. Nuestra protagonista está ahí para eso.
El mapa nos deja bien a las claras todo lo que tenemos por delante y cada uno de los avances que logremos no harán otra cosa que incentivar la exploración y no dejar de mejorar el planeta.
Los participantes deben recolectar distintos recursos, como alimentos y materiales, para asegurar la supervivencia de Mûn. Un papel protagonista adecuado y con la suficiente personalidad como para que el resto de la población autóctona la vean como una chica valiente. Veremos a Mûn enfadada, alegre o pensativa dependiendo de la situación.
A medida que Mûn se aventure por el planeta, también se encontrará con antiguas ruinas y artefactos que nos mostrará información sobre viejos sucesos acaecidos en ese lugar (Outer Wilds vibes).
Ciertamente, aquí tenemos que mencionar el mensaje ecológico: es como si el Estudio Ghibli hiciese una filial occidentalizada, aunando la perfecta combinación de entornos amigables con estética universal tridimensional y su mensaje de que solo tenemos un planeta que cuidar y salvaguardar, independientemente de que en primera estancia no formes parte de él.
¿Cómo se siente el mundo?
Su jugabilidad es acertada. Te haces a sus mecánicas con rapidez y la primera vez que giras el mapa en un cuadrante es tremendamente placentero.
El juego ya se encarga de mostrarte una UI para que no pierdas el norte y la orografía está concienzudamente pensada para que reconforte modificarlo.
Todo es amigable y accesible, está pensado para que, de manera rápida, tengamos todo lo disponible al alcance de nuestras manos y su curva de dificultad queda en un segundo plano.
Dicha dificultad puede venir por la incidencia del terreno o los enemigos. Ambos recursos están relacionados con la manera que tiene Ankora: Lost Days de contar su relato, por lo que mecánicas y narrativa están balanceadas de tal manera que su gameplay sea satisfactorio. Todos los personajes que nos vayamos encontrando supondrán un poco más de adrezo a la narración y, en este caso, cuanto más azúcar más dulce.
Los relatos de estos personajes varían en tono y contenido. Sin embargo, algunos de ellos los hemos notado faltos de personalidad y creo que es por la necesidad de hacer un mensaje universal, que llegue de manera clara y concisa a la mayor cantidad de jugadores posibles.
Por otro lado, su apartado sonoro, con partituras del alicantino Adrián Berenguer Pastor (A tale of paper) introduce ráfagas de nostalgia e invita a la reflexión, a meditar y hacer actividades relajantes como pescar. Me recordó a lo que hace de Ori and the blind forest con armonías, pero eso sí, muchos menos instrumentos y más intimista.
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