SIGI: A FART FOR MELUSINA – ANÁLISIS
Una parodia de Ghouls’n Ghosts simplista y corta que logra arrancar algunas carcajadas
Un caballero de brillante armadura y un montón de monstruos que combatir… Esto lo hemos visto ya, concretamente en el clásico de Capcom Ghosts’n Goblins (1985); pero nunca de un modo tan irreverente como el que exhibe Sigi: a Fart for Melusina.
En esta ocasión, el héroe conoce a una sirena que huye despavorida después de presenciar un cuesco del protagonista. Tal cual. Ahora, deberemos recorrer 20 fases hasta dar con ella y convencerla de que no somos tan marranos como parece; lo tiene chungo para consumar el flechazo, ya que cada nivel termina con una celebración en forma de pedorreta…
Esa capa de humor grueso y desenfadado es el principal atractivo de este intrascendente clon de sir Arthur, que reproduce fielmente las desventuras del hidalgo que brillaron allá por los años 80-90.
Así, bajo un esquema 2D y utilizando dos únicos botones (salto y acción), habrá que liquidar a los cuervos, fantasmas y criaturas (entre ellas, patatas fritas) que saldrán a nuestro paso, mientras sorteamos plataformas y reunimos monedas para acumular vidas extra. Lo mismo que hacíamos en los recreativos cuando hablábamos en pesetas.
No hay novedades de ninguna clase si comparamos con Ghosts y sus secuelas, salvo la introducción de pasajes secretos -con ingentes cantidades de tesoros-, la distribución de las iniciales del protagonista para multiplicar la puntuación (si se recopilan todas), los ciclos día-noche (que se quedan en simples efectos estéticos) y algunos cofres con joyas -coronas, cetros- que se ocultan en determinadas zonas.
Sin más aliciente que rememorar tiempos pasados, Sigi se perfila como una opción decididamente ligera tanto para nostálgicos como para los más jóvenes, dada la escasísima dificultad y duración del título, que apenas supera los 60 minutos si queremos el 100% -sin guías que nos ayuden-; tal es su brevedad que los chicos de Sometimes You incluso han introducido un logro/trofeo por obtener ese porcentaje en menos de 30 minutos, con el evidente propósito de justificar una segunda vuelta.
La reinterpretación del romance entre la mujer serpiente y el hijo de Odín no reinventa la dinámica Run & Gun (ni lo intenta en ningún momento), pero demuestra la eficacia de ciertos planteamientos jugables, siempre frescos y funcionales.
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