Análisis I AM THE HERO
Homenaje al género “yo-contra-el-barrio” resuelto con mejor resultado del previsto
Los cazadores de trofeos/logros seguro que conocen de sobra a la empresa Ratalaika Games, responsable de editar modestas imitaciones de clásicos como Space Invaders, Final Fight o Resident Evil a un precio muy bajo y con escasas complicaciones para completarlos al 100%.
Bajo su sello, se han distribuido Fullblast, Squareboy VS Bullies o Vaccine, entre otros, cumpliendo el objetivo de entregar un rato entretenido, de sabor retro, a un módico precio. Y, respetando la marca de la casa, este I am the Hero se propone mandarnos de vuelta a la época dorada del beat’em up, aquella en la que Golden Axe, Double Dragon y Streets of Rage despertaban auténticas pasiones, a través de un clon simpático y nada sutil.
El resultado convence, y más de lo que cabría esperar, dado el espíritu del Todo a cien de Ratalaika. Nuevamente estamos ante una producción de coste tan bajo como sus índices de originalidad, pero el conjunto se muestra, en todos sus apartados, más cuidado que de costumbre.
Apixelando la ciudad
Para empezar, la puesta en escena luce colorista y con resultones efectos visuales, como unas animaciones de corte artesanal y reflejos en el pavimento o los decorados; la paleta escogida, gracias a esos tonos vivos, hace que luzca su apartado gráfico especialmente atractivo en portátil, por la saturación de contrastes.
Dichos escenarios, por su parte, son lo bastante variados para contribuir a que, estéticamente, se evite la monotonía (al revés que la música). En ese sentido, la diversidad de enemigos también es reseñable, al presentar un ramillete suficientemente heterogéneo en aspecto y ataques.
Entre ellos se encuentran no sólo guiños a mitos del beat’em up, como las Elektra del citado Streets of Rage, sino también homenajes al cine fantástico-terror, introducidos por delirantes giros de guión que no vamos a destripar.
Porque I am the Hero también presenta un escueto argumento –cinemáticas en forma de viñeta incluidas-, bastante bien traducido al español, con las imprescindibles (y cómicas) monsergas de los no menos habituales final bosses; eso sí, el epílogo se guarda un as en la manga que os sorprenderá agradablemente y que cierra su propio círculo de nostalgia.
La jugabilidad también mantiene los cánones de los grandes a los que copia: con la sencillez como lema, contaremos con un botón de salto (que puede ser doble), dos de ataque –fuerte y débil-, esquivar, la activación de la barra de energía (con la que ejecutar movimientos especiales) y un último comando para cambiar de personaje –en cualquier momento-, siendo ésta una de las principales diferencias con respecto a los yo-contra-el-barrio de los años 90.
Al concluir cada escenario, el juego nos da a escoger entre adquirir un combo/movimiento nuevo (el que decida la CPU, no puede elegirse) o añadir a la galería uno de los esbirros con que nos hemos tropezado en la fase. Cada uno de ello tiene sus pros y contras, como menor velocidad de movimientos pero mayor contundencia en los golpes, por ejemplo.
De esta forma, obtendremos un personaje de recambio en caso de perder al protagonista y, de paso, ganaremos más variedad de acciones. Si decidimos jugar con algún amigo en cooperativo local, será dicho repuesto el que pase a ser controlado.
La jugada permite evolucionar al héroe y otorgarnos más versatilidad, aunque no está bien implementada del todo: repetir fase en el mismo nivel de dificultad no desbloquea ningún extra, lo que, unido a la imposibilidad de seleccionar recompensa, hace que se limite demasiado esa iniciativa; no obstante, siempre podremos recurrir a opciones superiores de dificultad (accesibles cuando se termina el juego en la inmediatamente anterior) para paliar en parte estos inconvenientes.
El control responde perfectamente a nuestros comandos, los movimientos especiales son realmente simples de ejecutar (algunos, de nuevo, son parodias del mundillo como las ondas de Ryu y Ken) y, en general, recrea con gran acierto el espíritu jugable de la vieja escuela del beat’em up, sobre todo en las dificultades superiores.
El aroma retro se completa con los sonidos típicos de la época y múltiples coleccionables ocultos, la mayoría rescatados de los 80-90 como las casetes, con descripciones de lo más sarcástico; también hay elementos rompibles por los escenarios y secciones tan trilladas como el metro o unos callejones repletos de quinquis, de forma que el tributo a los arcades de nuestra infancia, como Renegade, será, además de una constante, la mejor baza del título.
Porque sus defectos, entre los que destacan la escasísima duración (los seis escenarios pueden completarse en torno a los 60-80 minutos), la falta de un sistema de puntuación (que nos llevara a competir con nuestras propias marcas) o de detalles que adornen la jugabilidad -por ejemplo, los ítems de uso limitado o el cooperativo online– sólo evidencian las enormes restricciones presupuestarias, pero no echan por tierra un conjunto divertido y agradable.
Los más creciditos a buen seguro que captarán la voluminosa colección de guiños de I am the hero (desde Battletoads a Splatterhouse) a un género que, al igual que los matamarcianos, ha vivido tiempos mejores.
Afortunadamente, todavía hay quien se acuerda de él y nos permite ser, otra vez, un héroe del píxel.
RESUMEN
LO MEJOR |
LO PEOR |
|
|
|
|
|
|
|
|
PUNTUACIÓN: 6,6
- Versión analizada: PS4. Disponible en PC, Vita, Xbox One, Switch
- Género: Beat’Em Up 2D
- Formato: Físico (Play-Asia)
- Jugadores: 1-2 local
- Textos en español
- Stray anuncia la fecha de lanzamiento de su edición en formato físico para Xbox One y Series X - 03/10/2023
- Shadowman Darque Legacy – Shadow Man vuelve dos décadas después con nuevo juego para PS5, PC y Xbox y diferente protagonista - 03/10/2023
- Anthology of Fear Análisis Switch, PC (Steam) – Review – ¿Merece la pena el enésimo walking simulator inspirado en Silent Hill? - 01/10/2023