Recordamos KINGDOM HEARTS por su 20 aniversario en Europa – De PS2 a la actualidad: el Reino de Corazones que conquistó el nuestro
El crossover entre los mundos de Final Fantasy y Disney llegaría en forma de bombazo el 28 de marzo de 2002 a las PlayStation 2 japonesas; aquí no llegaría hasta el 15 de noviembre de ese mismo año. El fenómeno en que se convirtió aquel Kingdom Hearts, del que tenéis unas líneas totalmente nostálgicas para celebrar su aniversario tras esta nota informativa, sería el pistoletazo de salida de una serie que va rumbo de los 40 millones de juegos vendidos.
Solamente en PS2 colocaría 6,5 millones de unidades, una cifra espectacular a la que, si sumamos el millón y medio de su remasterización 1.5 Remix, nos lleva a los ocho millones: una cantidad que le permite ser la entrega más vendida de todos los Kingdom Hearts hasta la fecha.
Junto a esa icónica primera parte, desde hoy y coincidiendo con el mismo día de su estreno europeo, la saga al completo debuta en el servicio PlayStation Plus Collection en las opciones Extra y Premium y se suma a la celebración de esos 20 años.
Es decir, que en total los suscriptores del servicio podrán descargar:
- Kingdom Hearts HD 1.5 + 2.5 ReMIX: una recopilación con seis títulos lanzada por el 15 aniversario de la franquicia, compuesta de los Final Mix de las dos primeras entregas (la segunda sin el doblaje a español de la original de PS2), Chain of Memories, Birth By Sleep y una reunión de cinemáticas en alta definición de 358/2 Days y RE:Coded.
- Kingdom Hearts HD 2.8 Final Chapter Prologue: otro pack que incluye tres aventuras diferentes; en este caso, los remasterizados Kingdom Hearts Dream Drop Distance HD, Kingdom Hearts χ Back Cover (película en HD) y Kingdom Hearts 0.2 Birth by Sleep –A Fragmentary Passage–, un episodio jugable que se conecta con la historia de Kingdom Hearts III.
- Kingdom Hearts III: la última entrega hasta que se materialice la anunciada cuarta parte. Un desarrollo que se alargó siete años y del que le separaron nada menos que otros trece respecto a Kingdom Hearts II. Quizá demasiado tiempo y quizá demasiadas expectativas que se saldaron con opiniones muy opuestas entre los aficionados.
Polémicas aparte, lo cierto es que no se nos ocurre mejor manera de celebrar el vigésimo aniversario de Kingdom Hearts que rejugándolo y trayendo de vuelta un montón de recuerdos.
Recuerdos que mezclan color, imaginación, a Final Fantasy X con Aladdin y al niño de entonces con la añoranza de ahora; la misma que nos hace conservar al Reino de Corazones en un lugar privilegiado de la nostalgia.
¿Listo para volver 20 años atrás?
Homenaje a Kingdom Hearts
“Cuanto más te acerques a la luz, mayor será tu sombra”
A veces, me sorprendo pensando lo rápido que pasa el tiempo, rememorando cuando era tan sólo un niño y el examen de la vida se antojaba algo fácil y divertido. Recuerdo cómo conocí a los que ahora son mis mejores amigos y, cierto sabor amargo, a la gente que perdemos.
Recuerdo también aquel ya lejano 2002, cuando en la sección de videojuegos de un Corte Inglés me perdí con esa ilusión que solamente un niño puede sentir cuando sus padres le dicen: “Te vamos a regalar un juego”.
Miré todas y cada una de las carátulas de PlayStation 2 buscando algo que me llamase la atención: ya que por esa época no leía revistas sobre videojuegos, no sabía qué lanzamientos llegaban al mercado. Era toda una odisea, pero en el buen sentido de la palabra. La búsqueda de ese juego que me haría pasar horas y horas delante del televisor.
El dinero escaseaba en casa y quitando cumpleaños y Navidades era difícil que pudiese tener un nuevo juego otro mes del año; por tanto, no quería precipitarme y acabar llevándome algo que no me gustase.
Llamémoslo destino, suerte o magia, pero justo cuando me daba por vencido y mi cabeza era un nido de dudas sin tener nada claro, lo encontré. No tardé ni dos segundos en enamorarme.
Su portada, teñida de un azul oscuro (que ya era desde hace años uno de mis colores favoritos), en la que aparecían personajes de Disney junto a otras figuras desconocidas, me intrigó y me maravilló.
Le dije a mis padres que quería ese, y durante el camino de vuelta a casa solo podía pensar en el momento de meter el disco en la consola y jugar por primera vez. Al llegar, entré en mi cuarto, cerré la puerta y me puse. Aún recuerdo la melodía que nos daba la bienvenida al menú, ¿cómo olvidar Dearly Beloved?
Fue ahí, en esa pantalla, en la que jamás me imaginé que viviría una de las mejores aventuras de mi vida, donde encontré un punto de retorno al que volver cuando las cosas me sobrepasasen.
Los engranajes del Reino de Corazones
Hablar de Kingdom Hearts es hacerlo de una de las sagas más queridas del mundo de los videojuegos por su fusión de los mundos de Disney con los de Final Fantasy. Su planteamiento partió de una premisa muy sencilla: el bien contra el mal, la luz frente a la oscuridad, bajo la búsqueda del significado de la palabra amistad.
La estructura de niveles no deja de ser básica aunque efectiva y eso, al contrario de lo que hoy día puede parecer, es uno de los puntos fuertes del juego.
La banda sonora, a cargo de la compositora Yoko Shimomura, es el pilar fundamental donde se sustenta su fuerza emocional y es reconocida, incluso por los mayores detractores de la saga, como una de las mejores composiciones de la historia de la industria.
Quiero aclarar que esta fantasía no es perfecta, al menos en su ejecución. Tiene fallos, claro. Por un lado, la mezcla de personajes es efectiva, pero no en todo momento. Cuando llegas a un mundo determinado, tu historia y tu búsqueda pasan a un segundo o tercer plano, y solo importa lo que allí esté ocurriendo.
Es un enfoque totalmente monodimensional. Lo mismo les ocurre a los personajes de Final Fantasy, que, quitando partes del tutorial y alguna pelea, simplemente están.
Además, aunque Goofy y Donald te acompañan durante prácticamente toda la aventura, su comportamiento es errático (he perdido la cuenta de la gran cantidad de memes que inundan la red sobre la dudosa habilidad de Donald para curarte).
Su guion, evidentemente, no es tan redondo como lo imaginaba en mi niñez, y su combate necesitaba que se puliera urgentemente; además el juego repite durante toda la obra el mismo patrón, sumando fallos que pueden hacer de Kingdom Hearts una experiencia aburrida o mediocre para algunos jugadores.
Pero, como en todo, hay que fijarse en la suma de sus partes y, simplemente, al final sus puntos positivos llegan al corazón para quedarse.
El fin de la ensoñación
Saltamos a 2006, año de lanzamiento de su esperadísima segunda parte. Esta vez no tuve que realizar ninguna búsqueda a ciegas, ya me encargué de leer revistas para enterarme de todas y cada una de las noticias sobre él.
Volver a esos mundos y vivir otras aventuras con Sora, Donald y Goofy fue algo mágico y hasta diría, terapéutico. No entraré, ya que no viene al caso, en las mejoras de este juego como el combate o la introducción de nuevos personajes como Roxas, la famosa Organización XIII… pero sin lugar a dudas, fue un más y mejor.
Kingdom Hearts II nos proponía el mejor combate de la saga (tanto en su momento como a día de hoy) además de tener también la mejor banda sonora y los mejores jefes finales.
El menú, la música, sus personajes, todo estaba ahí tal y como deseabas y esperabas que fuera, sin perder un atisbo de su encanto: de ese que le hacía y le hace ser una aventura especial para miles de personas.
Este juego lo hace todo aún más grande, igual que sus peligros, y eso solo infundía al niño que llevábamos dentro más coraje y determinación para poder salvar al mundo.
Tras el éxito de la secuela, fueron llegando una ristra de secuelas y precuelas que, más que expandir la historia, lo que hacían era complicarla de forma exagerada y burda, apagando el faro que creías que guiaba toda la trama.
A pesar de que mentiría si dijera que faltaron juegos de Kingdom Hearts durante estos 13 años, los fans esperábamos con ansia el final de la historia de Sora, y entre retrasos, rumores y creencias de cancelaciones, llegó el anuncio de la salida de Kingdom Hearts 3 para enero de 2019.
Era el lanzamiento más esperado para mí, y solo tenía esa fecha marcada en mi calendario jugón. Los meses antes de su salida no fueron los mejores de mi vida, pero, para quien piense que los videojuegos son solo un entretenimiento pasajero “mata-mata”, pensar en Kingdom Hearts III fue una de las cosas que me animó a mirar hacia adelante.
Por si mi interés y ganas no fueran suficientes, anunciaron una edición especial de Playstation 4 Pro basada en el juego que, por supuesto, reservé junto con este último. El día de salida estuve en la puerta de la tienda a las 10 de la mañana, igual que un niño el día de Navidad que no puede dormir y se levanta temprano para abrir sus regalos.
Experimentaba sensaciones que me eran familiares; esa magia y los recuerdos de cuando jugué a los dos primeros títulos inundaban mi corazón y mi mente. No pude ir más rápido a casa para enchufar la consola y meter el disco, y tras un largo rato de actualizaciones y parches propios de esta época, por fin pude comenzar a jugar.
Todo era maravilloso, y ver de nuevo a Sora, Goofy y Donald era como estar jugando junto a mi yo de hace 13 años, mientras esbozaba una sonrisa por todo lo que estaba viendo en pantalla.
Sin embargo, una vez pasadas las primeras horas, comencé a sentir un regusto amargo, y no terminaba de identificar el motivo. Era Kingdom Hearts III, el juego que más esperaba de una de las sagas de mi vida, así que, ¿cuál era el problema?
El juego, sobre el papel, me estaba pareciendo mejor incluso que los anteriores, pero debía tener en cuenta los años que habían pasado… Pese a que la tecnología empleada en crearlo era completamente puntera y habían puesto toda la carne en el asador, para mí no solo importaba el músculo técnico y había algo, para mí, que no era suficiente.
La saga no había madurado al mismo nivel que nosotros ni que la industria del videojuego. Me llegué a culpar por, simplemente, crecer.
La nostalgia pesó demasiado en esta entrega y su valor fue el pilar donde se sustentó el juego por completo, pero eso no hace que una obra funcione per sé, pues descuidó otros aspectos de vital importancia.
Los recuerdos de los que vivimos la primera entrega en su época no podían nublarnos, ni significar, que todo estaría bien pasase lo que pasase en la pantalla. Porque a veces la nostalgia es eso, una ensoñación.
Kingdom Hearts III simplifica cosas que en la entrega anterior ya funcionaban bien, como el sistema de combate o los enfrentamientos con según que jefes. El juego, aún teniendo una mejora evidente y gráfica en el apartado técnico, se queda atrás en muchos otros aspectos. Es como si se hubiese quedado anclado en otra época.
Adolece de los mismos fallos que lleva arrastrando la saga desde el primer juego, y eso, trece años después no es viable.
Recuerdos remotos
Pero no me malinterpretes, me alegró mucho que Tetsuya Nomura, su principal creador, pudiese cerrar los cabos sueltos de cada una de las historias que el primer juego nos mostró, dejando a su vez una especie de lienzo en blanco para futuras entregas.
No quiero cerrar este texto con un mensaje negativo, pues me he emocionado y mucho con Kingdom Hearts III. Significó cerrar una etapa preciosa de mi vida en forma de abrazo a aquel Jorge que empezó la saga en 2002.
No puedo dejar de agradecer a Sora, Donald y Goofy haberme acompañado en estas aventuras que comenzaron hace 20 años, y por hacerme crecer junto a ellos con la palabra amistad como máximo exponente.
Tampoco hay que olvidar que aborda temáticas de gran calado, por ejemplo los estados anímicos, representados en unos personajes llamados incorpóreos. Externamente pueden parecer normales y transmitir sentimientos, pero por dentro están vacíos y desesperados, sintiendo un gran anhelo por estar completos. Y es que, a pesar de lo simple e infantil que pudiera parecer su envoltorio, esta saga trataba multitud de temas que a simple vista no podían verse sin una reflexión profunda.
Y llegamos al final de este recorrido por los juegos principales de Kingdom Hearts. Hablar de él es hablar de sentimientos, risas y algunas lágrimas que me ha ido dejando esta saga por el camino.
Porque esta aventura hace que el jugador se transporte a otros mundos donde puede desconectar. Es una historia con la que crecer, pasar de la niñez a la adolescencia y luego a la edad adulta, viviendo fantasías y encarnando la figura clásica del héroe que todos hemos soñado ser.
Kingdom Hearts nos marcó a muchos porque nos evadía de nuestros problemas, de la realidad que empezaba a asomar el mundo adulto; solo necesitábamos una llave espada y el poder de nuestros corazones para salir victoriosos.
A día de hoy sigo quedándome embobado ante la pantalla mientras suena Dearly Beloved; sigo queriendo ser un niño jugando a Kingdom Hearts, porque cuando creces, los grises de la madurez no son tan atractivos como uno imaginaba.
Ahora, tan solo enciende tu consola y mete el disco del primer juego. Ve a por algún refresco y acomódate en el sofá. De fondo sonará Hikari mientras esbozas la mejor de tus sonrisas: estás apunto de revivir una aventura inolvidable.
“Que el corazón os sirva de guía”