Oxide: Room 104 – Análisis con spoiler – Review- Impresiones para PS4, PS5, Switch, PC y Consolas Xbox

Nos adentramos en la primera parte de esta franquicia de body horror desarrollada por el estudio español WildSphere

Hola de nuevo desde las entrañas de Woodsbhorror. Acostumbrados a reseñar productos extranjeros, siempre es agradable ponerse con una obra patria. En este caso, es el turno de Oxide: Room 104, del equipo WildSphere, un título que jugará con tu mente… y tu cuerpo.

Manejamos a Matthew, quien se despierta en la bañera de una habitación del motel al que ha acudido por cuestiones laborales. Como espectadores, en la cinemática inicial vemos que alguien nos propina un golpe que nos deja inconscientes.

Esto me recuerda a Tormented Souls, con un protagonista que cae bajo el poder de un enemigo que desconocemos. Además, aquí también aparecemos desnudos. ¿En qué realidad nos hemos despertado? Sin alargarme más, ¡dentro cuchillo! Atención que vamos con un análisis salpicado de Spoilers, mucho ojo.

Arrancamos aventura

No recordamos nada, salvo unos pequeños flashbacks. Desde el primer momento Oxide Room nos obliga a investigar y toquitear todo, como si de un escape room se tratara; de hecho, la mecánica principal del título se basa en esta actividad. Una vez salimos, nos enfrentamos a unas acciones rápidas que son fáciles de sobrepasar.

Es en este momento donde comprendemos que la realidad tal y como la conocíamos ha dejado de existir; el componente Hostel desaparece (momentáneamente) para transformarse en un Silent Hill no solo por sus criaturas de pesadilla, salidas de la parálisis del sueño de algún escritor de terror perturbado, sino por el ambiente: todo lo cubre una extraña niebla y, aunque se respira quietud, este sosiego es engañoso, pues ese motel es de todo menos seguro.

Es cierto que podríamos pensar que es un videojuego homenaje a Hostel, pero nada más lejos de la realidad. Sí, hay tortura, pero la finalidad del antagonista no es esa; en realidad, los experimentos a los que nos someten se acercan más a los que vivimos en el hospital psiquiátrico de Outlast, y más concretamente en el programa STEM de The Evil Within.

El mundo que vemos nace de la imaginación de una escritora, de sus más sórdidas creaciones. Reconozco que el argumento me convence, sobre todo ese pequeño cariz de ambigua justicia de John Kramer que tiene nuestro villano, castigando a Matthew por sus errores. Sin embargo, una vez avanzamos en el juego, nos damos cuenta de que ni uno es tan malo ni el otro es un salvador.

La historia de Oxide Room, contada mediante notas, es un buen ejercicio coleccionista (me dejé tan solo dos hojas por coger), pero quizás lo que menos me gustó es la revelación final, que la encontramos a tropel una vez despertamos de Eva. Es fácil intuir que Matthew y su compañero son unos seres despreciables y que la escritora es la víctima, pero no tanto el porqué de todo, ni las motivaciones que conducen al Doctor y a la supuesta organización que tiene detrás (al estilo de Mártires).

Aunque como jugador no me gustó del todo esto, desde el aspecto guionista creo que tiene sentido: el Doctor introduce la información que cree conveniente en el mundo ficticio, y no tendría lógica que él mismo revelara sus intenciones en esta realidad alternativa.

El día de la marmota… con menos extremidades

El punto más destacado de Oxide Room es la aleatoriedad cuando se generan los escenarios, pues la localización de los objetos y el diseño de los escenarios cambian, igual que lo que hay en las habitaciones. Revivir una y otra vez lo mismo puede resultar aburrido a algunas personas, pero yo disfruto con películas sobre bucles temporales, como Atrapado en el tiempo, Déjà Vu, El efecto mariposa, Triangle o Feliz día de tu muerte, así que este juego es para mí. Además, cada vez que morimos se nos genera una cinemática que nos plantea más interrogantes a la par que vemos desaparecer una nueva extremidad de nuestro cuerpo.

Un detalle curioso es el de la puerta, marcada en sangre con el nombre de Matthew, que vemos desaparece progresivamente a medida que «resucitamos». Esto es un indicativo de las vidas que nos quedan hasta que la partida termina.

Hay cuatro finales diferentes, algo de agradecer para poder exprimir en su totalidad el videojuego. La duración de este te puede llevar entre dos y cuatro horas si es la primera vez que juegas, y una o dos si es la segunda partida, una vez familiarizado con la mecánica, conocedor de la lógica de los rompecabezas y siendo conscientes de lo que debemos hacer. Yo, desde luego, disfruté mucho cuando le corté la mano al Doctor; creo que estamos en paz, ¿no? Él me mutiló una vez, y yo solo le amputé una extremidad. Pensándolo bien, no, sigo perdiendo, aunque al menos me llevo su mano como souvenir.

Me quedé con la duda, eso sí, debido a un objeto que encuentras en distintas ocasiones: una tortuga metálica. Esto no sé si es una referencia deliberada o una simple coincidencia, pero me recuerda a la tortuga que tanto protagonismo metafísico tiene en Eso, la novela de Stephen King. ¿Quizás exista un final que se acerque al que tuvo lugar en el libro, uno en el que podamos vencer, de alguna forma, el mundo que se ha generado y podamos liberar a su creadora? Quién sabe, pero me resultó curioso.

Oxide Room: Escape room a lo Silent Hill

Destaco también que su mecánica se centre en ser un escape room hecho videojuego. Hay muchos survival horror, pero este título no necesita de eso para ser bueno. Los rompecabezas son interesantes, si bien se me hacía algo pesado retroceder de una punta a otra porque tenía que coger un objeto para resolver un enigma de otra habitación.

No me importa que solo haya un enemigo y una planta que puedan matarme, porque ambos son fáciles de evitar, tampoco que no haya jefes finales ni ninguna prueba que deba demostrar mi puntería: este es un juego de pensar envuelto en una temática de terror que te deja una sensación extraña mientras lo juegas. Aunque tenga clara inspiración en el juego de Konami, esto no es algo negativo ni mucho menos, porque la dirección del videojuego español toma un rumbo diferente, se desmarca de sus réplicas infinitas y traza su propio camino.

Es cierto que, cuando entré en la cocina a recoger el arma, pensé que se introduciría la mecánica de survival horror, en vista de los enemigos que tenemos por el mapa. Aquí hay cierta trampa, porque nos hacen creer que la necesitaremos para matarlos, como si una vez nos hiciéramos con la pistola fuésemos inmortales; la realidad es que no nos suponen ningún peligro siempre y cuando vayamos en sigilo, pero… ojo si te dañan.

Tendrás unos segundos para buscar algo con que curarte. Si no, ten por seguro que morirás; no es como en otros juegos que dispones de varios golpes de ventaja hasta que te matan, no, sino que una vez resultes herido, ya corres riesgo de muerte.

Lo que menos me ha gustado, por ponerle un «pero» al videojuego, es su sistema de apuntado; no lo usé, a decir verdad, pero sí probé cómo funcionaba su mecánica, y me resultó algo torpe y lenta, aunque no es un defecto al uso, pues no es imprescindible utilizar el arma con los enemigos, ya que, como dije arriba, estos no serán motivo de preocupación.  

Conclusiones

Oxide: Room 104 es un videojuego de resolución de rompecabezas, más un escape room hecho videojuego que un survival horror. Tiene homenajes claros, desde la ambientación a la confección de las criaturas, a Silent Hill, aunque también a otros títulos como Outlast o The Evil Within.

Si esperas un videojuego de ritmo frenético y enemigos a tutiplén, no te lo compres; por el contrario, si buscas un buen desafío de rompecabezas, con una ambientación muy bien cuidada, desde lo visual a lo sonoro y una historia interesante y retorcida, desde luego hazte con él.

Y hasta aquí un nuevo artículo. Espero que os haya gustado y recordad: aceptad vuestros errores y pagad por ellos, o ya se encargarán otros de cobrárselo con vuestras extremidades. ¡Felices puñaladas!


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