Del Hombre del saco a Slender Man – Evolución de leyendas urbanas a creepypastas

Arrancamos un especial de tres partes en el que hacemos zoom en los términos y ejemplos Creepypasta del cine e internet

Cuando se me presentó esta oportunidad no tardé en aceptarla; Viví las leyendas urbanas más clásicas y crecí con los creepypastas de la década pasada, y no solo me sirvieron para abstraerme de épocas convulsas, sino como una vía de terror que quería explorar.

Es una época que me retrotrae recuerdos felices y le guardo mucho cariño, así que es todo un placer escribir sobre ella en una de las mejores fechas del año: Halloween. Antes de empezar, me gustaría aclarar algo muy importante: las leyendas urbanas y los creepypastas se regeneran. Es decir, que las versiones que conocemos pueden cambiar para adaptarse a nuestros tiempos, recibir distintos nombres con base en la situación geográfica y social o expandir lo que ya conocemos.

Además, la naturaleza popular de estas historias —en concreto los creepypastas— son proclives a retroalimentarse. Por ejemplo, hoy sabemos que Jeff the Killer tiene dos ojos y a lo mejor mañana sale una versión donde tiene tres, adquiere fama y entre muchos usuarios deciden tomarla como canon.

Leyendas para todo tipo de públicos

Tras el paréntesis, quiero explicar el enfoque tomado en la redacción de este artículo. Hay una cantidad enorme de leyendas urbanas y creepypastas, más o menos aterradores. Porque no todos son de personajes siniestros que maldicen o matan a alguien, mujeres atormentadas que te perseguirán si fijas tu mirada en ellas o fantasmas que se manifiestan si repites tres veces su nombre frente a un espejo.

Las hay con un toque cómico, a las que haré referencia. También puede variar, sobre todo en el primer término, los nombres que emplee. Me explico: el Hombre del saco es conocido en todo el mundo, pero tiene sus propias interpretaciones o nombres, como la Grýla en Islandia, Tío Saín en España o el Cucuy, Coco o Cuco en la comunidad hispano-latina.

Y sin embargo, todos ellos reúnen la misma característica: secuestradores de niños que se portan mal. Otro punto es que voy a separar en dos grandes bloques bien definidos: leyendas urbanas y creepypastas.

El porqué de hacerlo así lo explico en el punto siguiente. Por último, no voy a detenerme en ninguna de las historias, porque esto no es una lista de mis leyendas urbanas o creepypastas favoritos ni un estudio pormenorizado de ellos: esto es un repaso general a dos términos y cómo han ido evolucionando junto a la sociedad. He tenido que excluir bastante información y organizarla de tal forma que sea concisa y directa, que es la intención.

Una vez definidos estos puntos, que considero fundamentales para entender el planteamiento de este reportaje, es momento de ir a lo importante. ¡Dentro leyendas!

Leyendas urbanas y creepypastas: ¿son lo mismo?

Perdonadme, porque otra vez voy a daros la chapa aclarando algunos términos. Y seguramente este sea el más difícil de explicar y existan divergencias. Bueno, voy a intentar resumirlo basándome en mi experiencia.

Aunque existen diferentes características fundamentales de la leyenda urbana, la más reconocida es la cercanía. Voy a tomar de ejemplo «la niña de la curva». ¿Quién no conoce al amigo del primo de un amigo que ha visto a una chica joven, con el pelo negro y vestida de blanco en mitad de la carretera por la noche, la ha recogido en el coche y, cuando llegaron al destino, se desvaneció? Otra es el relato común a nivel global.

Puedes irte a México, Estados Unidos, Australia o España que van a tener un relato similar al que tú conoces. Quizás la chica joven vestida de blanco tiene sangre en el vestido, sea rubia en lugar de morena, calce deportivas en vez de ir descalza… Pero el desenlace es el mismo: sube en tu coche, haces de chófer, te confiesa que ahí murió y desaparece. Igual que son atemporales.

Ya sea un viandante que regresa de vuelta a casa acompañado de esta mujer misteriosa, porque casualmente ella sigue el mismo camino, un cochero que recoge a la chica a pesar de los relinchos desconfiados de los caballos o un conductor de coche eléctrico.

En el otro lado, los creepypastas. Aquí todavía es más fácil: relatos de terror hechos en internet. ¿Por qué especifico que sean de terror? Porque las leyendas urbanas no se centran exclusivamente en generar terror, sino un rumor, intencionado o no, o una lección moral.

Tenemos la falsa llegada del hombre a la Luna, infraestructuras nazis creadas en colaboración con extraterrestres, vaginas dentadas, el vibrador de Cleopatra, el escroto grapado, Jamie Lee Curtis hermafrodita, la doble de Avril Lavigne o Demi Moore acosada por un delfín, entre otros.

Por el contrario, los creepypastas nacen con la única intención de dar miedo: son personajes que aparecen de la nada, en ocasiones a raíz de una serie de fotografías manipuladas —como Slender Man—. Hablando de esta aparición súbita, encontramos que estas historias no han sido difundidas en el tiempo ni han recorrido todo el mundo, sino que se van alimentando con las creaciones de otros usuarios —casi siempre anónimos— en la red. Ahora sí, vamos a hablar sobre leyendas urbanas y creepypastas.

Leyendas urbanas: el poder del miedo o desconocimiento como efecto educativo

Hay división de opiniones con respecto al término «leyendas urbanas». En un lado, los que opinan que este solo debe acuñarse a las historias inventadas sobre el siglo XX tras la II Guerra Mundial, en tanto que debemos referirnos a las anteriores como «leyendas clásicas».

Las primeras sirven para reconfortar debido a su naturaleza extremista y las segundas con fines políticos, como conferirle a un emperador la condición de deidad y convertir su poder en indubitable. Pero esto lo dejo para historiadores, sociólogos, filósofos o psicólogos. Yo voy a referirme a ambas como «leyendas urbanas» para simplificar términos.

Ahora, ¿por qué siguen funcionando tan bien en la sociedad actual donde la gente, aun entrenada en una incredulidad que les empuja a cuestionar y discutir todo —a veces sin argumentos, solo por creerse sublevados—, y tiene internet a su disposición para desacreditar un mito, sigue creyendo sus historias?

Por la sencilla razón de que nos interesa. No hay más. Como narra Claudio Soler en su libro Leyendas urbanas, «si hemos establecido la creencia de que la gente poderosa que abusa de los más débiles merece un castigo, seremos más proclives a aceptar cualquier narración que ratifique esta idea».

Y añade: «ponerla en duda genera una molestia mayor. Es lo que se llama “disonancia cognitiva” […] Todos tenemos una tendencia a creer las que nos convienen». Y no puedo estar más de acuerdo. Solo tenemos que retroceder al 2020 y todas las teorías conspirativas que salieron —y que se siguen arrastrando—. Y esto lo digo como humano mejorado por el 5G.

Siguiendo la tónica de la desinformación, encontramos mitos tan extendidos como que los avestruces entierran la cabeza bajo tierra como señal de miedo o la que es más peligrosa y que sirvió para ganar dinero en detrimento de la salud de los seres humanos… y los escualos: los tiburones no tienen cáncer.

En resumen, corrió el rumor durante los años sesenta donde supuestamente se expuso a distintas clases de tiburones a pruebas con sustancias cancerígenas. Los «expertos» concluyeron que eran inmunes al cáncer. Lo que sucedió fue que varias empresas comercializaron cartílago de este escualo. Algunos hospitales decidieron probar este remedio milagroso en pacientes con cáncer, combinado con quimioterapia, y, para sorpresa de nadie, no fue eficaz.

Sin embargo, también se usan como correctivo de nuestros actos. En la línea de los malos que reciben su merecido, tenemos la de domar a las pequeñas criaturas de la casa para que se coman las verduras, no griten a sus padres o se comporten mal con los demás. Es aquí donde entra la figura anteriormente mencionada como el Hombre del saco o Krampus, si estamos en Navidad y queremos que los niños queden traumatizados si no tienen un buen comportamiento durante el resto del año.

Creepypastas: relatos de terror para contar alrededor de una hoguera

Llegamos a mi parte favorita. Aquella que, hoy en día, se sigue alimentando con nuevas creaciones que buscan explorar nuestros «nuevos» miedos. Los creepypastas, como expliqué arriba, son relatos de terror inventados en internet.

En la mayoría de los casos sus creadores son anónimos y se alimentan con aportes de otros usuarios; otros, como Victor Surge (pseudónimo de Eric Knudsen), creador de Slender Man, son los que le dan forma a su propia criatura, de tal forma que el doctor Frankenstein lo hizo con su creación. Como son muchísimos, voy a realizar un repaso rápido por distintos tipos de creepypasta. Vamos allá.

¿Cuál es el primer creepypasta de la historia?

Es difícil definir. Este debate es similar al del slasher sobre qué película fue la primera del subgénero. Con los creepypastas sucede igual. Aunque hemos podido tener otras leyendas previamente —y que veremos abajo—, deberíamos valorar la forma en que se hicieron populares, el medio y su expansión posterior.

Creo que aquí el honor lo puede tener Slender Man. En una época aún predominante por los foros de internet, esta criatura delgada, vestida con traje y armada con tentáculos, sirvió como demostración de cómo armar una historia, un lore alrededor de un personaje sacado de la web.

Y es que la popularidad de esta criatura es incuestionable: tenemos videojuegos, algunos oficiales y muchos creados por seguidores, cómics, novelas, relatos que amplían el universo del personaje —vale, hay algunos que lo llevan a términos sexuales, pero a esos no hay que tenerlos en cuenta—, películas, webseries e ideas de seguir expandiendo un personaje que, aunque ha perdido el fuelle inicial, sigue presente en la comunidad del terror como un símbolo contemporáneo.

De igual forma que El proyecto de la bruja de Blair asentó las bases del metraje encontrado (o found footage), a pesar de haber otros precedentes muy buenos, Slender Man hizo lo propio con los creepypastas y sirvió como brújula para las historias que vendrían después, entre las que encontramos Jeff the Killer, The Rake o Eyeless Jack.

Añadamos un término más: los Backrooms

Quiero despedirme con un creepypasta que sigue en expansión y que está relacionado con la evolución del found footage: los backrooms. Este término hace referencia a un concepto denominado «espacios liminales». Sin entrar en el origen del término y sus interpretaciones metafísicas, esto son lugares, habitualmente poblados de personas, que se ven despejados de ellas.

La intención es generar una sensación de inquietud, desasosiego e incluso, si se utilizan los elementos sonoros de acecho permanente. Lo voy a ejemplificar, que siempre es mejor así: un parque infantil, la avenida principal de una ciudad, un gimnasio, una piscina, un centro comercial, un hotel…

También es posible entremezclar la realidad física con la onírica; es decir, que de pronto en un cine podemos ver un jardín resplandeciente en el techo. O un barrio residencial típico de Estados Unidos que de pronto se corta por un acantilado derretido. Se hizo popular a raíz de los cortometrajes hechos por un adolescente especializado en el VFX, Kane Pixels —nombre real Kane Parsons—.

Siguiendo la mirada del found footage, estos vídeos, disponibles en su canal de YouTube, exploran un enfoque conspirativo al introducirnos en unas salas amarillas pobladas por personas vestidas con trajes EPI.

La popularidad de este creepypasta ha servido para darle un enfoque distinto a los backrooms: trastiendas de nuestro subconsciente plasmadas en los sueños, las cuales sirven como punto de experimentación para el gobierno. Hay versiones donde esto se comparte como una memoria colectiva y las narraciones de las personas que logran sobrevivir a estos eventos coinciden en muchos puntos. A veces, incluso, habitantes de extremos del mundo han coincidido en estas famosas habitaciones.

Es tal el éxito que al creador de estas historias le ha servido para dirigir su propia adaptación al cine de la mano de A24, la cual ha fijado su fecha de rodaje para el verano de este año. Un gran logro, desde luego, digno de aplaudir para alguien que tan solo cuenta con 18 años.

¡Y hasta aquí llegamos por hoy! Espero que os haya gustado este repaso rápido por las leyendas urbanas y creepypastas desde el plano más conceptual y estándar. Repito que he dejado muchos fuera, pero la intención del artículo era refrescar la memoria y aportar algo de orden a los acontecimientos en la historia de estos términos.

En el texto que veremos mañana se profundiza en esta vertiente pero dentro del mundo de los videojuegos, ¡cuento con vosotros! Hasta entonces, felices leyendas…


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