Análisis Slender The Arrival – Recordando el fenómeno creepypasta
El nuevo largometraje centrado en el siniestro Slenderman nos invita a recordar este breve pero efectista juego de terror
El tirón creepypasta de Slender no ha cumplido ni diez años y ya acumula cómics, webseries y, cómo no, videojuegos como esta secuela de Slender the Arrival y películas; la última, Slender Man (2018), ya en la cartelera nacional, está producida por Sony a través de su subsidiaria Screen Gems, dedicada al género de terror y responsable de las adaptaciones de Resident Evil, Hostel, Underworld o el remake de Carrie.
No es la primera vez que la espeluznante leyenda urbana se adapta al cine, pero sí es pionera en incorporar como guionista a su creador, Eric Knudsen, catapultado a la fama gracias a su sórdida imaginación.
Bajo el pseudónimo de Victor Surge, aportó a un concurso de imágenes macabras en 2009 una criatura sobrenatural sin rostro, al acecho de niños para raptarlos.
Inspirándose en La Niebla de Stephen King, en los relatos de Lovecraft y en producciones como Silent Hill, ideó para el foro Something Awful a Slenderman, un espectro delgado y muy alargado –de ahí su nombre, que en castellano significa “esbelto”-, capaz de transmitir inquietud por la ausencia de expresiones faciales y la envergadura física.
El impacto en la comunidad de usuarios estimuló la creatividad de Eric, que continuó elaborando toda clase de material gráfico; el espaldarazo definitivo a la popularidad de su obra vino con los vídeos que otro usuario del foro –Ce Gars-, grabó con la misma entidad como telón de fondo de una morbosa historia de desapariciones.
En una suerte de Bruja de Blair en los tiempos de YouTube, la serie online acabó de perfilar toda la fenomenología del mito de Slender, incluyendo las pesadillas, hemorragias nasales y paranoia consecuentes a la aparición del fantasma, siempre representado por un individuo lampiño, trajeado y con corbata roja.
Los índices de inmediata notoriedad que obtuvo el trabajo de Knudsen llevaron a la BBC a catalogar a Slenderman como “el primer mito masivo de Internet”, una consideración bastante estimable teniendo en cuenta la estrecha relación entre los virales y la red de redes.
Su estreno en el campo del entretenimiento interactivo tuvo lugar en junio de 2012 con Eight Pages, un sencillo survival horror que nos proponía recuperar las páginas de un diario mientras esquivábamos a la criatura.
Sin rompecabezas ni florituras narrativas, el título gozó de una eufórica acogida, con miles de youtubers grabando sus propias reacciones (histéricas).
Slender The Arrival llegaría en 2013 a compatibles, a la anterior generación de consolas en 2014 y a la presente en 2015, como secuela directa de Eight Pages; las principales características del free-to-play, que incluso ganó el Golden Joystick en dicha categoría, se mantenían como señas de identidad.
Aunque introduce una débil premisa argumental –por cierto, en inglés- consistente en averiguar el paradero de nuestra hermana, así como más fuerzas sobrenaturales aparte del encorbatado (entre ellos los espíritus que pueblan la montaña y la mina), el mayor atractivo volvía a ser el propio Slender y sus angustiosas persecuciones.
Desde la perspectiva en primera persona que proporciona la cámara que llevamos (en uno de los muchos y evidentes guiños a la citada Bruja de Blair), observaremos al ente estratégicamente colocado entre ramas, ventanales o en la cima de una colina, mirándonos atentamente, para desaparecer segundos después.
Los efectos de interferencias, sonidos agudos o pisadas nos avisarán de que se encuentra cerca, momento en que la frecuencia de sus apariciones se incrementará, multiplicando la tensión y generando el típico estado de nervios-risas tan infalible de estas producciones.
La dificultad de Slender The Arrival se localiza en mantener la calma ante estos careos, ya que nuevamente se prescinde de puzles –acercando al título al subgénero walking simulator- y avanzar dependería de esa recopilación de pistas, que, conforme reunimos, atraen al monstruo.
Bastará con que nos toque para mandarnos al Game Over y reiniciar toda la sección –no hay puntos de control-, lo que, asimismo, resetea la ubicación de las notas y pruebas para evitar que memoricemos caminos.
Así pues, la dinámica se resume en la recolección de datos de cada sección, el creciente ritmo de visiones y un irremediable encontronazo final del que escapar, si no queremos empezar desde el principio.
No hay armas ni más recursos que el botón de correr; la linterna (inagotable) que portamos se muestra más como tópico que como utensilio real, al sostener el clima de alerta en unas zonas donde prevalece la oscuridad absoluta.
Ésta, además de camuflar un débil apartado técnico (falto de detalles, con algunas texturas de baja calidad y leves renqueos en la versión PS3), se encuentra al servicio de la confusión y desorientación que busca provocar el juego.
Porque la escasa visibilidad complica que nos ubiquemos en parajes muy similares entre sí, faltos de señalizaciones o con diseños laberínticos en algunas estructuras; se repite, entonces, la intención de embarullarnos cuando salimos por patas, reflejando que no hay elemento en todo el juego que no esté diseñado con Slender en el horizonte.
En cualquier caso, quizá Slender pase de moda, pero el género nunca lo hará con representantes tan amenos como éste The Arrival.
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