En la fascinante cultura nórdica, donde el dios Odín es el centro de su panteón, existe una figura que siempre ha despertado gran pasión y curiosidad entre los creativos del entretenimiento: las valquirias (del nórdico antiguo valkyrja), consideradas hijas de Odín.
Estas deidades menores eran descritas a menudo como mujeres de gran fortaleza, belleza exuberante, fe ciega y habilidades curativas. Pero a pesar de sus cualidades divinas, su presencia en la mitología siempre ha estado ligada a la muerte y las guerras, pues su nombre lo podemos traducir como “la que elige a los caídos en batalla”.
La siempre fascinante Naturaleza ha ocupado un lugar privilegiado en todas las artes desde el comienzo de los tiempos, y los videojuegos no podían ser una excepción.
Algunos, por ejemplo, son desafiantes aventuras protagonizadas por animales hacia los que se siente especial simpatía, como Ecco the Dolphin; otras veces, se fijan en su incomparable belleza (Flower) como hilo conductor; y no son pocas las ocasiones en que también ha tirado del componente místico y las leyendas locales para elaborar producciones de gran envergadura (Okami).
Sencillez y diversión para homenajear el lado más romántico de los vampiros
Publicado en 1897, Drácula continúa despertando fascinación y curiosidad a partes iguales. El debate sobre qué pudo estimular la imaginación de su autor nunca se ha cerrado, y las hipótesis más recientes apuntan a que el folklore celta –en concreto, la figura de Dearg-due- tuvo mucho más peso que Vlad Tepes en la confección del relato.
Cuentan las leyendas que este espectro irlandés abandonaba su tumba para alimentarse de sangre humana; las similitudes con la Bruxsa, los izulu o los wurdalak (que serían los homólogos lusos, zulúes o balcánicos, por citar otros contextos) nos colocan ante un acervo de diferentes tradiciones.