Crítica de SCREAM VI (2023) CON SPOILERS – El legado de Ghostface a la saga y al cine slasher

Hola de nuevo, herederos de Randy. En esta ocasión, el saco de Sam se abre para sacar más cuchillos, en este caso unos cuantos Bowies ensangrentados de hace tiempo que han usado distintas personas enmascaradas.

Scream VI ha supuesto el mayor éxito en taquilla de la franquicia, pero ¿cuáles han sido las claves para que Ghostface haya apuñalado al resto de entregas? En el artículo de esta vez comento CON SPOILERS la aventura de Cara de Fantasma por Nueva York. No voy a repasar cada uno de los aspectos, ni detenerme en las múltiples referencias, en los personajes o algo por el estilo. Primero, no quiero resultar pesado, y segundo quiero focalizar todo eso en unos apartados bien definidos.

Dicho esto, ¡dentro cuchillos!

Nueva York. Nuevas reglas

No es extraño que cada secuela de Scream busque subvertir las reglas que previamente ha empleado en su saga; de hecho, es la señal de identidad: el metacine y la parodia constante no solo al slasher, sino a sí mismos.

Con esta premisa se puede resumir Scream VI. Sin embargo, los directores y guionistas no se han olvidado de mantener ciertos elementos de otras películas.

En este caso, tenemos un opening muy potente y que rompe el costumbrismo de las otras entregas. No se olvidan de incluir una pequeña conversación hablando del terror o, en este caso, del slasher, algo que hemos tenido en cada una de las películas (en Scream V fue Tara Carpenter hablando sobre el terror elevado). También hemos contado con el característico y rápido repaso sobre las reglas del subgénero y que, como cada víctima de la escena inicial, caen en la trampa de su propio monólogo, olvidándose, en una situación real, de las normas por las que se rige el juego entre asesino-superviviente. Aun así, nos han querido sorprender revelándonos la supuesta identidad de Ghostface… solo para darnos cuenta que no era el verdadero, tan solo un par de tarados que querían replicar-terminar la película de Richie Kirsch. La personalidad del asesino coincide con la obsesión por el slasher y las películas de terror; de hecho, Jason confiesa a su amigo (o quien cree que es su amigo) que ha matado a su profesora de cine (interpretada por Samara Weaving) porque le puso un cinco en su trabajo sobre el giallo (por cierto, y esto me di cuenta tarde, en la camiseta del villano aparece el título Cuatro moscas sobre terciopelo gris, de Dario Argento). Y, si nos fijamos, antes de que el opening termine, es el verdadero Ghostface quien, en cierto modo, le dice al espectador que se olvide de las reglas que conocía.

Antes de finalizar con la escena inicial, hay un detalle que nos anticipa lo que es la ruptura de las nuevas normas con la unión de las clásicas: la máscara de Ghostface tiene un aspecto deteriorado, lo que nos indica que el pasado, de alguna forma, siempre está presente.

Matanza a gran escala

Trasladar la acción desde la pequeña ciudad de Woodsboro a una gran metrópolis como Nueva York fue una decisión arriesgada, aunque no nueva, pues la parte ocho de Jason transcurre en esta misma ciudad. Aunque los espacios cerrados siguen siendo los escenarios principales para matar, vemos como Ghostface traslada la acción a un ultramarinos o incluso el metro de Nueva York, ofreciéndonos a su vez dos escenas cargadas de tensión y bien dirigidas, en especial la del vagón del tren con el juego de luces (en el cual, por cierto, vemos cómo avanza Ghostface en lugar de desaparecer y aparecer por arte de magia, lo que nos ayuda a experimentar más la tensión creciente a medida que el asesino se acerca a Mindy).

Otro aspecto nuevo es que Ghostface, por primera vez, emplea un arma de fuego para matar a alguien y no para cerrar el ciclo de asesinatos en la última escena de la película. Esto ha sido criticado por los seguidores, aunque dudo mucho que lo sean cuando, en una saga que se caracteriza por invertir las reglas y crear nuevas, se sorprenden porque el personaje evolucione de forma natural y se apodere de cualquier arma que encuentre en su camino. No es que de pronto Ghostface pueda volar, tenga dos cabezas o lo resuciten de formas inverosímiles (amigo Jason, tú sabes de qué trata esto). Creo que la apuesta por matar a alguien (encima solo fue a UNA persona) con un arma distinta a su característico cuchillo es algo que le sienta bien al personaje. Además, debemos recordar que no es Woodsboro, no tiene ese arraigo por lo clásico que tenían otras entregas, por lo que la forma de matar debe evolucionar y cambiar conforme al emplazamiento escogido.

El Ghostface más brutal

Un aspecto a destacar es la consolidación de una nueva identidad para el antagonista estrella de la franquicia. En Scream V vimos que los creadores apostaban por un asesino más decidido y experimentado, alejándose del torpón paródico que era en las primeras entregas. En Scream 4 pudimos ver un acercamiento a la nueva personalidad de Ghostface, en esa ocasión por parte de Kevin Williamson y Wes Craven, pero ha sido a partir de la recuela cuando se ha confirmado la nueva personalidad del villano. Y, para mí, esto ha sido el detonante para darnos la mayor cantidad de escenas y mejor elaboradas del resto de películas.

Así pues, en esta última película hemos visto un enfoque más gore en los asesinatos, una determinación más férrea y una creatividad ligeramente mayor sazonada con un toque burlón en cada ataque; podemos evidenciar esto con el momento de la escalera, cuando los protagonistas intentan huir hacia el piso de Danny (el vecino). Anika, que se queda atrás, sufre la confianza de Ghostface, quien parece entretenerse deshaciéndose del cuchillo y moviendo la escalera para que ella perdiera el equilibrio. No quiere terminar con ella con rapidez, sino que sus víctimas experimenten desasosiego mientras él se divierte porque está convencido de que la novia de Mindy será suya.

Gale vuelve a ser la que nos de una de las mejores escenas de persecución de la franquicia. Si ya lo hizo con la escena del estudio de grabación en Scream 2 (donde el pobre Dewey casi muere), vuelve a repetir con un escenario cerrado y, además, recibiendo por primera vez en la saga la llamada de Ghostface. Desde luego, Gale demuestra que es una verdadera chica final que ha ido evolucionando, al igual que Sidney, hasta el punto de hacerle frente al asesino e intentar acabar con él.

Aunque para mí la mejor escena, y una de mis preferidas de toda la franquicia (sí, me estoy repitiendo mucho), es la del metro. No solo por esa dualidad que nos presenta de ponernos en peligro al grupo de protagonistas, separados unos de los otros, sino por el juego de cámara que se realiza… y por el ataque a Mindy. En ambos vagones tenemos a muchas personas disfrazadas como Ghostface (sin contar la fiesta de homenajes a otras películas de terror con tantos atuendos reconocibles), pero en cierto momento vemos como uno se fija en Mindy. Aprovechando el paso por túneles, el asesino se desplaza entre la multitud ante el temor de ella. Me gustó mucho, repito, que no hayan usado el truco fácil de hacer desaparecer y aparecer a alguien por arte de magia, sino que seamos partícipes de su desplazamiento, porque no solo incrementa la tensión, sino que nos deleita con el juego de luces y le añade más terror a la escena. En un sitio tan concurrido, donde nadie se fija en nadie, y teniendo Halloween como trasfondo, nadie va a percatarse de que uno de los disfrazados quiere matar a alguien. De hecho, una vez ataca a la joven y le tapa la boca para que no grite (buen guiño al nombre de la saga), una chica que está a su lado no puede ayudarla porque duerme como un oso hibernando. En medio de la confusión, el asesino escapa y nadie ha visto nada, salvo casualmente Ethan, quien luego descubriremos que es uno de los asesinos.

Por Wes, por Scream

Quiero acabar con el legado preservado de la franquicia. Quizás que el guionista original, Kevin Williamson, se encuentre en la producción ejecutiva sea una garantía de que se conmemore lo que él y Wes Craven crearon.

El caso es que tenemos el retorno de Kirby, convertida en agente de FBI que quiere cazar a Ghostface. Esto fue algo muy demandado por los seguidores de la saga, sobre todo porque los propios creadores originales tanteaban con el hecho de que hubiera sobrevivido a los acontecimientos de Scream 4. Ya sabéis: si no se graba el cadáver, sigue vivo.

También, a lo largo de la película apreciamos una semejanza intencionada con Scream 2, algo que ejemplifica Mindy Meeks cuando explica que Puñalada 1 sucedió en Woodsboro y Puñalada 2 tuvo lugar en la universidad, produciéndose a sí mismo un ejercicio de metalenguaje.

El primer punto a destacar de esta «reconstrucción» actualizada de Scream 2 es un escenario como punto donde todo confluye, pues en realidad la intención de la franquicia es homenajear y parodiar un subgénero en concreto mientras explican, de forma explícita o a través de actos, cómo se elabora ese tipo de cine; en la película del 97 el opening sucede en una sala de cine, casualmente con todos vestidos de Ghostface con motivo del estreno de la secuela de Puñalada. En la sexta han usado un cine como santuario a todo lo que han construido a lo largo de los años, con cada objeto de colección. Toda la memoria de Ghostface y la saga queda recogida en vitrinas, y cada atuendo usado forma un semicírculo en el centro del escenario como principales protagonistas y creadores de todo lo que están viendo.

El pasado siempre vuelve. Esta fue la motivación de la segunda parte, con Nancy Loomis, la madre de Billy Loomis, en busca de venganza por el asesinato de su hijo. Mickey fue solo una coartada, pero no tenía más labor que la de ser una especie de Stu Macher malo. En la sexta parte nos señalan que todo está ocurriendo por Sam, de la misma forma que el antagonista estaba relacionado, de una forma u otra, con Sidney Prescott. De hecho, el traje y cuchillo de Billy es el único protegido por una vitrina y en la que pone una placa con el nombre de su padre. Al contrario de lo que sucedió con la señora Loomis, aquí son tres familiares los que claman venganza por la muerte de su cachorro, que es Richie, el exnovio de Samantha Carpenter. Considero que aquí no sobra nadie como villano, no como en Scream 2 con Mickey, pues son dos hermanos y un padre que quieren honrar la memoria de su hermano. Sí, todos están desquiciados, pero dentro de la coherencia de este mundo ficticio, la motivación que comparten está justificada.

Otro detalle a tener en cuenta es que esta secuela sigue la lógica de la quinta; si esta era una recuela, que mantenía reglas clásicas pero innovaba, esta es la secuela de la recuela, por lo que sigue la coherencia de la continuación de Scream, así que no es de extrañar que el escenario se repita, aunque se magnifique a una gran ciudad, como es Nueva York. Aparte, las reglas que ya he escrito en los apartados de arriba.

El último punto, quizás menos importante, aunque evidente, es que los protagonistas se trasladan a la universidad, bien por escapar del pasado traumático, bien por seguir avanzando, o quizás por ambos motivos. El cambio es el mismo que de Scream a su secuela y nos quiere decir algo como «no podéis escapar del pasado».

Aparte de todo esto, hay elementos que son simpáticos: el edificio donde mueren Jason y su amigo se llama Elm Court, en referencia a la saga Pesadilla en Elm Street (la calle Elm fue añadida en Scream V, una vez Richie y Sam entran en Woodsboro); cuando viajan en el metro, se indica que van a West 96 (1996, año del estreno de Scream); el primer puñetazo que esquiva Gale, tras haber replicado lo mismo que hizo con Sidney al escribir un libro sobre ella y los asesinatos de Ghostface, y que finalmente Tara logra impactar contra la periodista. También, cuando se habla de Dewey y suena su característica melodía, y siguiendo el hilo de la música, tenemos la canción original de la franquicia, Red Right Hand, de Nick Cave, cuando Sam y Tara aparecen tras el telón mientras se proyecta la máscara de Ghostface ardiendo (recordemos que es una película fan de Richie). Hay muchos más guiños a diferentes películas de terror (como La ventana indiscreta, cuando Danny intenta llamar la atención de Sam porque ve que Ghostface está en la habitación de Quinn) o escenas a otras entregas de la franquicia, pero no voy a mencionar más porque si no esto puede alargarse mucho, y no es la intención.

Con todo esto, tenemos una película que no olvida su pasado y que lo sabe referenciar, pero que arriesga (aunque apuesta por lo continuista al no matar a nadie de Los cuatro protas, o haciendo un guiño al propio Dewey permitiendo que Chad sobreviviera, cuando nadie apostaba por él y siendo interés amoroso de una de las protagonistas) en introducir nuevos elementos que rompieran las normas que ya conocíamos. Como bien advirtieron, en esta entrega tendrían que arriesgarse más si querían convencer a los nuevos y a los seguidores antiguos.

Es hora de acabar diciendo que, en mi lista de entregas de Scream que más me gustaron, se encuentra peleando en el segundo puesto contra su igual, Scream 2. Espero que volvamos a vernos próximamente. Y recordad, como dijo Mindy después de los créditos de Scream VI: «no todas las películas necesitan escena poscréditos».

¡Felices puñaladas!

El saco de Sam
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