Hocus Pocus (1993) El Retorno de las Brujas – Una película ¿infantil?

«Te he hechizado… y ahora eres mío»

¿Os suena de algo esta canción?

Te acabas de mudar a Salem desde otro lugar, y justamente lo haces cuando el sitio vibra con una magia propia que recorre cada calle y cada hogar.

Estás en Halloween y la ciudad se tiñe con el naranja de los árboles otoñales y de las Jack-o’-lantern que cobran vida propia con sus variopintas expresiones.

¿A qué niño amante de Halloween no le gustaría vivir una experiencia así? Bueno, y a muchos adultos también, sobre todo los que hayan crecido con películas como Halloween Town o la que en este artículo nos concierne.

En esta ocasión, debido al estreno de la secuela este 30 de septiembre en Disney+ (Dizni Plas, Disney Plus o la mezcla salida de una canción de reggaetón Disney Plas), me he desplazado en el aspirador que tenía en el videoclub hasta la sección de Halloween para rescatar El retorno de las brujas (Hocus Pocus. 1993, Kenny Ortega).

Su estreno en julio de 1993 sirvió para enfriar el verano de Estados Unidos y avivar (más todavía) el espíritu de Halloween, mientras que en España lo hizo casi en la víspera de la Noche de Brujas, justo a tiempo.

Con el sello de Disney detrás, su público parecía ser el infantil… al menos en la teoría. Así que en este artículo rescataré unos momentos clave que, sin verlos desde una perspectiva inocente, descubriremos su verdadero significado.

Sin estirarme más, empecemos a tallar calabazas. ¡Dentro cuchillo!

La muerte y el dolor solapados por el humor

En la práctica, primero iré con los asuntos más dramáticos de la película. Empezamos con que la historia trata sobre tres hermanas brujas que matan niños para absorber sus almas y ser eternamente jóvenes.

Todo esto, claro, se adereza con chistes y bailes de por medio y con imágenes simpáticas para no ver que, aunque el trío protagonista sorbe la vida de la cría como si comieran espaguetis, lo que hacen realmente es asesinar para alimentar su vanidad.

Tenemos también una transformación de niño a gato negro con el joven Thackery Binx, quien deberá vivir para siempre con cargo de conciencia por no haber podido salvar a su hermana pequeña.

Otra escena que proyecta a la perfección la depravación egoísta de las Sanderson la encontramos en el último acto de la película. Una vez secuestran a Dani y salen huyendo en las escobas (bueno, Mary en su magnífica aspiradora) hacia su hogar, Sarah entona una canción para inducir al resto de niños de Salem a que las sigan.

La intención del mensaje, en resumidas cuentas, es llevarlos hacia su muerte. En la versión española, los versos son menos explícitos, más una nana; en inglés, las palabras que emplean, aunque son igual de convincentes y arrulladoras, no esconden su principal objetivo: matarlos para que ellas conserven su juventud. Este quizás sea el momento más serio y donde no se pretendió ocultar sus verdaderas intenciones.

Vemos también como en cierta parte se intenta reflejar los juicios por brujería en Nueva Inglaterra, que hicieron famosa a Salem, aunque por motivos trágicos. Observamos una de las acusaciones más típicas con que el querido reverendo Samuel Parris condenaba a la muerte: realizar sacrificios con niños para Satanás. Es posible que o bien fuera su plato favorito o que tenía una especie de Neverland en el infierno.

Mensajes subliminales

Ahora bien, también hay momentos cómicos en los que subyace la sexualidad. Uno de los más memorables se da, precisamente, con una figura infantil: Dani Dennison, la hermana del protagonista.

Esto sucede cuando acuden a la fiesta de disfraces de época y se encuentran con Allison, el interés amoroso de Max. La pequeña, mientras sostiene una piruleta y encarna la inocencia, pronuncia el nombre de la joven con un tono pícaro. Pero no se queda ahí la cosa, sino que remata la insinuación con la mítica frase «A Max le gustan tus peritas; de hecho, le encantan».

Siendo pequeños, esto pasaría desapercibido, a pesar de que la reacción de Max y Allison dejara claro la vergüenza e incomodidad que sentían por la confesión, tan propia de las ensoñaciones de los adolescentes.

También hay otros momentos sexuales, como con el conductor del autobús; para empezar, una vez se abren las puertas y Winifred le dice que las lleve donde haya niños, él responde: «es posible que tarde un poco, pero no creo que tenga problemas».

Elevamos el tono con el comentario del mismo mientras las brujas están subiendo: «necesitaré un poco de hielo…, ¡me está subiendo la fiebre!». Antes de salir del autobús, finalizamos viendo a Sarah Sanderson sentada en las piernas del conductor mientras toma el volante del vehículo.

En menor cantidad, observamos la atracción por las brujas en la persona disfrazada de Satanás, a quienes las hermanas confunden por la verdadera entidad y se rinden a él al nombre de maestro.

Una nueva muestra de la crueldad de Winifred la encontramos cuando envenena y le cose la boca a quien era su novio, Billy Butcherson, por haberle sido infiel con su hermana Sarah. De nuevo, los deseos carnales tienen protagonismo, aunque en esta ocasión la bruja no castiga a quien es de su sangre, sino al otro.

No es de extrañar que ella sea quien presuma de ser la peor bruja de todas en la canción «I Put a Spell on You», cuando, al ritmo de los instrumentos y la coreografía, embruja a los adultos que están bailando.

Curiosamente, que sean las brujas quienes despiertan el deseo sexual (o lo transmiten por otros, como Dani, quien va disfrazada de bruja y revela lo que su hermano siente por Allison), alude a uno de los atributos que la iglesia les daba: sexualidad.

Aunque, mejor dicho, las culpaban por corromper la rectitud de las personas, sumiéndolos en extraños influjos para que cometieran adulterio, acataran cualquier orden que les dieran o incluso «pervirtieran» a otras mujeres para explorar su propia anatomía de forma mutua.

El retorno de las brujas 2 ya está aquí, y con su estreno muchos regresarán a la precuela para revivir su nostalgia y se reirán de su tierna inocencia, pues detrás de las caracterizaciones cómicas, las bromas y los bailes se ocultan la muerte, la crueldad o el deseo sexual.

Con todo, incluso sus mensajes solapados, esta película es un viaje sin movernos de casa a Salem, el rostro de Halloween.

Nos vemos pronto en Salem. Eso sí, tened cuidado con las hermanas Sanderson y su… liiiibroooo.

Redacción: WoodsbHorror

Sergio Díaz
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