Crítica de HALLOWEEN ENDS (2022) con SPOILERS – ¿El mejor final para la saga?

Woodsbhorror

Hace tiempo que dejé de seguir la «crítica», tanto la supuesta especializada como la de los usuarios de redes sociales que, por lo que sea, se unen a una opinión común para encajar en el criterio colmena. Menos mal que no me vi ningún tráiler de Halloween Ends, a excepción del primer teaser que hicieron, ni tampoco he hecho caso de ninguna opinión donde, poco menos, era el apocalipsis hecho película.

No voy a hablar sobre la película con la verdad universal e incuestionable de los petulantes que juzgan desde sus «altares» cinéfilos, porque tampoco pienso ser crítico en nada y solo quiero comentar el producto que he consumido, sin recibir condicionantes externos.

Tampoco necesito crear un artículo extenso ni focalizando en los pormenores, porque no es mi forma de escribir. Así que, por supuesto, mi opinión vale lo mismo que todas las críticas, aunque intenten adjudicarse carnés de expertos: nada.

Dicho esto, es hora de hablar sobre la última noche de Halloween (la primera parte SIN spoilers y la segunda CON)… al menos hasta que alguien decida volver a reiniciar la franquicia.

¡Dentro cuchillo!

La locura del dolor

En esto puede resumirse la película. Los habitantes de Haddonfield no olvidan las desgracias. La película nos intenta hacer partícipes del dolor, pero también de la injusticia con que actúan. Se escudan en la pérdida y no buscan otro culpable sino el nombre que más repercusión causa. Michael Myers ha hecho estragos durante décadas, pero no es el único. El héroe convertido en villano, y el villano, olvidado.

Este aspecto lo vemos desde el primer minuto y presenciamos algo en lo que Laurie hace hincapié en la entrega anterior, que es en el mal que transmite Michael Myers a los demás, casi convirtiéndolos en muertos vivientes que solo obedecen a sus instintos primitivos, sin raciocinio, donde incluso el alcalde es capaz de equivocarse y el ciudadano modelo se corrompe por la venganza.

Tras cada muerte surge el mismo interrogante: ¿habrá sido el Hombre del Saco? Lo más aterrador reside en que los vecinos de la apacible Haddonfield se olvidan de quiénes eran, como Michael Myers cuando le quitaron la máscara en el acto final de Halloween Kills.

La película nos retrata la realidad del sitio, donde ser feliz es un lujo al alcance de casi ninguna persona, pues cuando una franja de ilusión les ilumina la imaginación, siempre termina oculta tras un nubarrón que descarga sobre ellas. De hecho, para mí es una buena película porque sabe construir una trama psicológica sin resultar cargante y lo que es mejor: fácil de entender, sin pretensiones ni ambigüedades solo para mantenerte ocupado y te dediques más a buscar el sentido que a disfrutar de lo que estás viendo.

¿Puede no ir ligado al término puro slasher? Sí, así es, pero si se alaban películas como X o Pearl, que sigue la tendencia del término moderno conocido como «terror elevado» o posthorror, ¿por qué a Halloween Ends se la destroza? «Es que queríamos ver sangre y a Michael Myers destruyendo a todos», suele ser el argumento que más está pululando por las redes sociales. Bien, tenemos a disposición Halloween Kills, Halloween: El origen o Halloween II (H2) para disfrutar de suculentas dosis sanguinolentas, con un Michael destructivo, invencible, que supura ira y violencia por cada poro de su cuerpo sobrenatural.

Además, las emociones quedan definidas a la perfección esta nueva trilogía: desconcierto y e incredulidad, el reinicio de un mal que jamás ha dejado palpitar y que ha aguardado, paciente, el momento idóneo para su regreso en La noche de Halloween.

En Halloween Kills encontramos venganza e irracionalidad motivadas por un miedo que ha calado en cada habitante de un Haddonfield que parecía recuperarse tras las noches fatídicas de 1963 y 1978 y que solo desean deshacerse de él, aunque para eso les den el control a sus monstruos internos, y en Halloween Ends vemos que los años han hecho estragos en la salud mental de las personas y su pequeño mundo se ha convertido en un lugar hostil donde todos esperan expectantes que La Forma despierte de su letargo y vuelva a destruir.

En cuanto a los protagonistas, cada uno afronta el presente y el futuro de distintas formas: Laurie Strode se confirma como la chica final definitiva y entierra la imagen mojigata de la primera entrega, de la cual se deshizo en la primera entrega de la trilogía de David Gordon Green, e insta a su nieta Allyson a que viva. Suya es la frase, que debería grabarse en la historia del cine de terror, «¡arráncate la camisa y enséñale tus putas tetas!».

Luego tenemos a Allyson, que el dolor por la muerte de su madre la convierte en una persona algo recelosa y que observa con desprecio e indignación lo que hasta entonces ha sido su hogar, aunque esto cambia cuando Corey Cunningham entra en su vida. Frank y Lindsey siguen con su vida e intentan no mirar al pasado, aunque ambos tienen heridas sin cicatrizar que pueden abrirse si la pesadilla vuelve a empezar. Y, por otro lado, tenemos al mencionado Corey, un personaje de una rápida y comprensible evolución que sigue flagelándose por el incidente que lo condenó en el pasado y se ha convertido en el objeto de repulsa o humillación por parte de la gente de la ciudad.

Para mí, la inclusión de este personaje me parece muy acertada para el mensaje que la película pretendía dar, e incluso me parece mejor si se tiene en cuenta el legado que pretende continuar (y el cual comentaré en la sección CON SPOILERS).

Vamos con Michael Myers. De nuevo, podemos intuir los residuos humanos que flotan en su interior —recordemos que, en la película original, Myers no era más que un adolescente atormentado— en su primera aparición en pantalla. Aquí vuelve a mostrarse cómo su maldad genuina no ha dejado de infectar a quienes respiran su aura.

De hecho, su esencia es la responsable de los homenajes a otras entregas de la saga (de nuevo, expandiré esto en el siguiente punto), algo que ayuda a cerrar un ciclo que se ha alargado durante décadas y que por fin tiene una conexión evidenciable.

Vale, y esto no es destripar nada, pero en esta entrega no nos encontraremos con la versión de Jason Voorhees o Víctor Crowley que vimos en Halloween Kills, pero no es necesario. Cabe recordar que John Carpenter y Debra Hill —y, en aquella época, su productor— nunca quisieron que la violencia explícita y el uso indiscriminado de sangre fueran seña de identidad de su obra; querían sustentarla en el suspense de Psicosis y aderezarla con la cantidad justa de violencia del giallo italiano.

Por lo tanto, y aunque hayamos visto entregas más viscerales (sin ir más lejos, las de Rob Zombie, que reventaron el limitador de brutalidad para la saga Halloween) o Halloween 6: La maldición de Michael Myers, hay que recordar que ni la dirección ni el guion corrían a cargo de John Carpenter y Debra Hill. David Gordon Green en cierta parte ha respetado la visión de ambos, a pesar de tomarse mayor libertad en Halloween Kills.

En definitiva, me parece una película bien hecha que sirve como cierre definitivo —aunque puede intuirse que el Mal nunca va a descansar—, la cual no se olvida del pasado con sus continuos homenajes no solo en planos concretos, sino en elementos que forman parte de la narrativa.

No se puede comparar con Halloween Kills porque no tiene el mismo estilo ni pretende ir por el mismo camino violento que esta película. Tenemos a Corey Cunningham como personaje interesante que llena el vacío del antagonista principal y sirve como guía para conducirnos hacia el tan esperado enfrentamiento final. Considero que Halloween Ends es un buen ejemplo de cómo introducir factores psicológicos sin que el interés decaiga y sirve como desenlace para la historia que se ha ido cociendo desde el 2018 hasta ahora.

Repaso al pasado (SPOILERS)

Me ha resultado difícil poder apoyar Halloween Ends sin decir lo que realmente convierte la película en un claro homenaje y un cierre de ciclo total: las películas pasadas.

Vemos que la película empieza con una clara alusión a La noche de Halloween de 1978. La muerte de Jeremy, producida en 2019, indica, sin que nosotros lo sepamos, la reencarnación de Michael Myers. Sentimos lástima por Corey, quien sin pretenderlo —la muerte del crío viene precedida por una broma suya y de un nefasto desencadenante— ha matado al niño que estaba a su cargo. Ahora, retrocediendo en el tiempo, vemos que la leyenda de Michael Myers nace de un homicidio, pero con los papeles cambiados: el niño mata al adulto irresponsable, cuando en la película de 2022 nos muestran que quien actúa de forma indebida es el pequeño, no el joven que tiene por canguro.

Cuando pasa el tiempo, asimilamos que el peso de la narrativa recae sobre Corey. Compartimos su injusticia, el sentimiento de culpabilidad que aún lo martiriza. Nos encontramos con un chico tímido, introvertido, que rehúye de todo contacto social porque aún la sociedad no lo ha perdonado. Recibe el vacile de unos niñatos y él solo reacciona rompiéndose la mano con una botella de batido de chocolate… hasta que aparece Laurie Strode. Es posible considerar su aparición como el detonante para que Corey empiece a actuar de forma distinta; de hecho, encontramos cierta analogía entre la navaja que Laurie le entrega para que le pinche las ruedas al coche de los imbéciles y el cuchillo que Michael Myers obtiene para satisfacer su deseo homicida. Pero no será el único elemento para construir el nacimiento del Nuevo Mal.

Llega el momento de la fiesta con Allyson e intuimos que algo va a salir mal, simplemente porque es un evento que sale de la zona de seguridad de Corey y, cuando alguien no está acostumbrado a salir de ahí, es posible que no todo salga a tu gusto. La acusación de la madre de Jeremy en el pub que regenta Lindsey, la pelea que tiene con los críos del coche —donde, además, pierde la navaja— que termina con Corey inconsciente bajo el puente… y su primer encuentro con Michael Myers.

Sabemos que Corey no va a morir en ese punto de la película, porque su protagonismo es innegable. Michael está a punto de asfixiarlo cuando este parece introducirse en la mente del muchacho, en el pasado y presente y los sucesos que lo han conducido hasta su guarida subterránea al más puro estilo Pennywise (solo le faltaba un manojo de globos que ofrecer. De hecho, podemos pensar que es un guiño al propio payaso, porque el vagabundo comenta que ahí es donde desaparecen las personas). Aquí es donde surge un pequeño interrogante: ¿Michael Myers le ha transferido de alguna manera su propia maldad o Corey la tenía enterrada en lo más profundo de su ser y se ha ido alimentando con la crueldad de los habitantes de Haddonfield? El caso es que parecen reconocerse uno en el otro y Corey puede escapar. Aquí tiene lugar la primera muerte a manos del chico, cuando forcejeando con el vagabundo, quien ha cogido la navaja, termina apuñalándolo en repetidas ocasiones. Este asesinato es el quebrantamiento mental definitivo en una mente ya de por si fragmentada.

Corey pasa a ser un tipo rebelde, incluso su aspecto físico sufre una metamorfosis acorde a su nueva personalidad. Entretanto, descubrimos que no es el único que alberga odio; Allyson comparte los mismos sentimientos hacia la ciudad, con la excepción de que ella no va a matar a nadie, y las personas siguen echándole la culpa a Laurie Strode por lo sucedido con Michael Myers. Hay un acontecimiento que me resultó triste: en el inicio de la película, cuando salen distintas muertes horrendas, sale la madre de Óscar, víctima de La noche de Halloween de 2018, que formaba parte del grupo de amigos de Allyson y su novio; además, Laurie está presente cuando la policía llega y descubren a la mujer ahorcada en el exterior de su casa, portando el disfraz que llevaba su hijo. Laurie tampoco puede zafarse del pasado, y esto se manifiesta cuando encuentra con la anciana negra que sobrevivió al brutal ataque en Halloween Kills cuando se cuela en la casa de su marido y ella. Su hermana, que es quien cuida de ella por el estado en que ha quedado tras el ataque, le recrimina que nunca le ha importado nadie y que todo se debe a que Strode «provocó» a Michael Myers hasta que regresó. Como dije arriba, los protagonistas sufren a su forma, pero Laurie y Corey comparten un intenso sentimiento de culpabilidad del cual no consiguen deshacerse.

Empieza la masacre. El exnovio de Allyson, un policía gilipollas que ha debido pasar las pruebas de la academia por subvención, es el primero que cae en la trampa que le tiende Corey, quien ya se ha desinhibido y no piensa en las consecuencias de sus actos. Es el propio chico el responsable de que Myers recupere su poder, su fuerza, pues al principio necesita que él le ayude para matar al poli. Aquí vemos que se forja una alianza entre quien desea saciar su sed de venganza y quien su necesidad perentoria de matar lo saca de su retiro.

Venganza, vale, como si fuera una especie de Jason Voorhees. Pero Laurie Strode no opina lo mismo. Empieza a sospechar que su forma de comportarse le recuerda a la de Michael y, siendo sinceros, que el novio de tu nieta te observe detrás de un seto como tiempo atrás lo hizo tu enemigo no ayuda mucho. Corey usa la máscara de espantapájaros que llevaba en la fiesta para matar al médico baboso que asciende a la compañera de Allyson solo porque le ofrece servicios extra y muy personales. Y, de nuevo… entra Michael Myers. Aunque antes me gustaría apuntar el homenaje a Psicosis, de Hitchcock, cuando la enfermera abre el grifo de la alcachofa y la cámara replica el ángulo del clásico de los sesenta. Ahora, volviendo a Myers, tenemos una referencia clara a la película original de Carpenter. No solo en la ejecución, que consiste en clavarla a la pared como si fuera un póster, sino en el plano lateral donde Michael observa el cadáver y ladea la cabeza, de la misma forma que sucedió en la entrega de 1978. Obviando el sentido metafísico, como del control que ahora ejerce Corey sobre el propio Michael, es una escena bien dirigida y que nos confirma el cambio definitivo del joven.

Ahora bien, quizás lo que menos me convenció de la película fue que Corey lograra arrebatarle la máscara a Myers. Por muy oxidado que esté, Michael no ha perdido su fuerza ni su aura sobrenatural, ¿y ahora un crío es capaz de tumbarlo, forcejear y arrebatarle su mayor poder? La unión máscara-hombre ha quedado del todo reflejada cuando el chico la utiliza para vengarse de los niñatos del coche, donde su padre muere tras el escopetazo de uno de ellos. No me gustó que también muriera la chica que no se metió con él, sino al contrario: se preocupó por él e intentó que sus amigos lo dejaran en paz. En esta fructuosa noche para Corey no podía faltar la confirmación de que es el heredero de Michael Myers cuando, desde una perspectiva subjetiva y un plano dorsal, que nos retrotrae a la noche de 1963, agarra un cuchillo del cajón y acaba con el familiar —en este caso, su madre— que había herido sus sentimientos.

Vale, pero ¿por qué la película es Corey Myers? Pues simplemente porque quieren recrear lo que en su día pretendían hacer con Danielle Harris, que era convertirla en heredera de su tío Michael Myers. ¿Los poderes psíquicos de Michael en Halloween Ends? Ya los vimos en la cuarta y quinta parte de la franquicia. De la misma forma que la pequeña Jamie Lloyd cae en su influencia y le transmite su maldad, Corey ha quedado preso del mismo influjo. Halloween Ends resuelve el enigma temporal de Jamie y nos enseña en qué podría haberse convertido si hubieran seguido esta línea argumental. De modo que dirección y guion saben lo que se hacen y a qué tipo de público quiere dirigirse: a los que han aguantado los desvaríos de una saga desnortada y que pretenden redimirlos dándoles el broche que habrían merecido.

El enfrentamiento final. La primera parte nos recuerda a un Roy Burns con la máscara de Michael Myers en lugar de la icónica careta de hockey. Sin embargo, igual que el falso Jason Voorhees, Corey no es más que un humano sin ningún tipo de condición sobrenatural. Laurie Strode, quien aguardaba su visita, vacía el tambor del revólver y Corey termina volando por encima de la barandilla… de la misma forma que la chica final en la película de 1978 y en patente clave vengativa por la muerte de Jeremy. Es entonces cuando pensamos en la relación de la máscara con su portador. ¿La fuerza y la maldad nacen de otros factores? ¿Es tal el vínculo de Myers con ella que no atiende a otros portadores? Roy Burns es ejemplo de que con solo imitar al original no vale. Al final, Michael Myers mata a su proyección falsa y vuelve a apoderarse de su icono. Desde el primer encuentro entre Laurie y él, encontramos semejanzas con su versión de 1978; por ejemplo, cuando ella se esconde en la despensa de la cocina, de una forma similar a cuando se refugió en el armario de la habitación cuando era una inocente canguro, o la parte eliminada que se vio en el tráiler con Laurie apoyada contra la pared y esperando a que viniera, algo que contrastaba con el miedo que sentía en una escena similar en la versión de John Carpenter.

Tras un duelo intenso, aunque demasiado rápido, Myers termina muriendo, no sin antes estar a punto de llevarse consigo a Laurie Strode. Aquí vuelve a abrirse un repaso retrospectivo cuando ambos se miran a los ojos. Parece que ejerce el mismo poder que tuvo con Corey sobre la chica final, pero ¿acaso es posible? Si no hubiera llegado Allyson a tiempo, ¿Laurie habría quedado corrupta? ¿Michael quería matar a Laurie o simplemente copiar lo que hizo con Corey, convertirlo en un arma de ejecución de pura maldad?

Solo queda despedirse de Michael Myers en un funeral multitudinario que sirve para que todas las heridas se sanen de una vez por todas y puedan ver que la pesadilla ha terminado, aunque ¿La Forma de la Maldad puede morir si queda el objeto portador de ella? Observamos la máscara de Myers encima de la mesa de la casa de Laurie, así que ¿sería demasiado difícil que pudiera invadir a otro portador? ¿Laurie se ve tentada a usar la máscara, pero puede controlarse y por eso prefiere quedársela ella? ¿O es simplemente un trofeo de lo que ha conseguido?

Antes de terminar, me gustaría resumir la consolidación de Laurie Strode como chica final por excelencia con una frase que ella le dedica a Allyson al inicio de la película: «[…] ¡necesitas a alguien que te den ganas de arrancarte la camisa y mostrarle tus putas tetas!».

Feliz Halloween a todos.

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