Cuando la información no importa
Perfecto Artola Fernández
@OdaAlFrikismo
No hay nada como la imaginación para rellenar los huecos, escuché en una ocasión de alguien en YouTube hablando sobre el fanservice, y se me quedó grabada en la mente: me pareció una de esas frases que resaltan, te hacen reflexionar, que dicen mucho con muy poco y además, desde que la oí, la he aplicado a muchas conversaciones y momentos en mi vida como ahora, donde estoy, una vez más, sacándola a la palestra.
Este artículo tiene relación con el anterior que hice, hablando sobre si la nueva generación de consolas ahora era necesaria o no y acompañándolo de una reflexión; supongo que el matiz entre ese artículo y este es que el consumo irrefrenable y la ansiedad por ser el primero en todo no solo salpica en el mundo de los videojuegos, sino prácticamente en todo.
Navego mucho por Twitter , diría incluso que es la red que más sigo o la única y empiezo a entender por qué hay gente que dice necesitar desconectar a veces de estas redes sociales.
Pueden llegar a ser monótonas, desinformativas y causa de división entre usuarios, donde el ego se antepone a la razón demasiadas veces; comprendo hasta cierto punto que por redes la gente salte a la yugular enseguida (yo incluido, como humano que soy también he caído).

Estamos protegidos por la propia pantalla, no tenemos un enfrentamiento real donde vemos al individuo cara a cara y, además no esperamos aprender muchas veces nada del acalorado debate sino que buscamos tener la razón y punto: es algo realmente sencillo de hacer y es fácil caer en la trampa. Son muchos los motivos que pueden conducir a estos “debates”, pero entre ellos, uno a destacar es la saturación de información.
A mí en lo personal me fastidiaron, por decir un par de ejemplos, dos eventos que esperaba mucho: por un lado, la película de Joker de 2019, protagonizada por Joaquin Phoenix.
Fue tanto el bombo que se le dio meses antes de su estreno que, cuando acudí a él, ya iba fatigado y molesto y es algo que alteró mi percepción de la cinta; y por otro lado está la saga de videojuegos Assassins Creed, tremendamente quemada, con publicidad a mansalva y a la que cada vez más se le notaba la pérdida de corazón en sus entregas. Me agotó todo lo que la rodeaba y tantas filtraciones sólo empeoraban una fórmula para mí desgastada..
“No hay nada como la imaginación para rellenar los huecos”: ¿recordáis? Bien, pues las redes no permiten esto. fijándonos por ejemplo en el mundo del cine, concretamente el de superhéroes que está en auge, aún no es nada difícil ver constante fotografías de rodaje en las que ya presenciamos personajes que deberían ser una sorpresa, situaciones, vehículos…

Datos de todo tipo que no quedan para el momento en la gran pantalla o para la imaginación, lo que me lleva también a decir que son las propias grandes empresas las que ayudan y refuerzan este problema, soltando la información o rumores como si fuesen señores mayores en el parque que tiran las migas de pan a nosotros, las palomas, haciendo que nos peleemos sobre quién será el primero y quién se llevará el mejor trozo. A veces me resulta alarmante el cómo no percibimos esto, porque la cadena funciona así:
- Se lanza la información.
- La gente corre a por ella, y ya incluso da igual su veracidad porque lo que importa es difundirla y captar la atención.
- Soltamos la bomba a todo el mundo, independientemente de quienes sean, con tal de ser “la sensación del momento”.
- Todo lo anterior llega a conducir a teorías o rumores sobre la información dada (y si no existe dicha información se inventa ya que el objetivo no es informar sino destacar).
- Esas teorías o rumores crean una disociación de la realidad, un desequilibrio en las expectativas.
- Ingerir el producto final cuando, o bien ya se sabía todo lo que iba a ocurrir, o bien generando decepción debido a toda la desinformación previa anteriormente expuesta.
Es desagradable que cuando todo el proceso finaliza con el asunto en cuestión, enseguida se va al siguiente y de este modo se genera, inevitablemente, un bucle de consumo constante y es indiferente en películas, videojuegos, series o cualquier medio de entretenimiento.

Esto es muy preocupante especialmente en temas sociales, o de política o de salud, donde hay gente muy manipulable y sensible que caen o creen cosas mal argumentadas o se sustentan directamente en la nada debido a que lo que importa no es el producto en sí, sino usarlo como un pretexto para destacar, alimentar el ego y generar lo que mucha gente busca obtener para tapar inseguridades y miedos: el reconocimiento.
No creo que sea algo necesario mencionar que no ocurre siempre y desde luego no todo el mundo es así: hay usuarios que directamente cortan de raíz formar parte de estos movimientos de desinformación y clickbaits, pero desgraciadamente están muy extendidos en forma de noticias, contenidos y videos que son carne de cañón y que, como la comida basura, son llamativos y jugosos al principio pero que enseguida pierden calidad y sabor destacando así la verdadera calidad de este producto; usuarios que literalmente se levantan a primera hora de la mañana con la necesidad de spoilear X producto para ser los primeros en comentarlo y llevarse todo ese reconocimiento posible del que hemos hablado anteriormente.

Internet puede ser (y es) un medio maravilloso y una de las grandes invenciones del ser humano, capaz de darnos mucha información, conocer lugares y personas, ver otros lugares y desarrollarnos, pero todo lo que toca el ser humano igual lo impregna de magnificencia que de malicia y este entre otros es, a mi juicio, uno de los lados oscuros de internet: ese afán por parte de empresas y usuarios a devaluar un producto por el consumismo voraz, convirtiéndolo en un pretexto de esa ansiosa necesidad de consumir por el consumir, de la pura avaricia cuando ni siquiera ha salido a la luz o acaba de estrenarse apenas.
Tal vez insto a pararnos a pensar en esto, tal vez insto a informarnos bien de las cosas antes de creérnoslas, tal vez busco todo esto a la vez y también lo escribo para recordar que debemos tomarnos las cosas con más perspectiva, procurando no olvidar que todo esto solo son formas de entretenimiento.
Y es que, por muchos que nos apasionen, no debemos depender de ellas para sentir que somos “alguien especial” cuando le llevemos la delantera a los demás destripándoles algo que aún no han descubierto.
Sencillamente disfrutemos del producto cuando nos llegue porque parte del viaje es el camino y quien quiera aguarse la fiesta que se la fastidie él solo pero no a costa de los demás.
Aprendamos a no dar voz a aquellos de dudosa moralidad que alimentan este tipo de situaciones, a los que se lucran con las polémicas, la desinformación, la rumorología y las divisiones entre usuarios.
Toca pararnos a pensar, ser críticos y hacer un uso sano, informativo y responsable de las redes, reflexionando sobre lo que consumimos y qué papel darle en nuestras vidas. Pasarlo bien con nuestros pasatiempos bajo nuestras normas, no las expectativas de los demás.
Sencillamente disfrutemos de algo pensado para ser disfrutado y, lo que deba ser, será.
