N7, la nomenclatura militar con que se designa a las fuerzas especiales y a la competencia en el universo Mass Effect, coincide con el 7 de Noviembre del almanaque, fecha con que los fans de la creación de Bioware rememoran peripecias por sus fantásticas constelaciones virtuales.
El origen de la franquicia se remonta al 23 de noviembre de 2007, cuando aterrizaba en exclusiva para Xbox 360 la inolvidable space opera protagonizada por el comandante Shepard. Bioware, que había estrechado lazos con Microsoft y su primera Xbox –con grandes juegos sólo para su sistema como Jade Empire-, creó un universo literalmente, por el que podíamos desplazarnos con total libertad a bordo de la Normandía.

Su fantástica mezcla de acción y rol se combinaba con un portentoso apartado gráfico, que mostraba las bondades técnicas de la nueva plataforma, estrenada en 2005.
El argumento nos colocaba en la piel de un militar al que le encomiendan recuperar una baliza; ésta pertenecería a una civilización extraterrestre desaparecida, los proteanos, a quienes se atribuye el descubrimiento de los relés de masa, capaces de posibilitar el desplazamiento más allá del sistema solar mediante viajes espacio-temporales.
Esta marca revelaría posteriormente la existencia de los segadores, una raza que aparece cada varios miles de años, exterminando todas las formas de vida para mantener su posición dominante.
Con esta premisa se desarrollaba a lo largo de tres juegos toda una contrarreloj por la supervivencia, desplegando una descomunal red de personajes, etnias (batarianos, elcor, asari, geth y un largo etcétera) y localizaciones, conformando una experiencia tan fastuosa como divertida, donde se reflejaba el enorme esfuerzo creativo de Bioware.

Su absorción por parte de EA rompió la exclusividad con 360 y las peripecias de Shepard acabarían llegando a Windows en 2008; también aterrizó en las consolas de Sony pero después de los estrenos de la segunda y tercera entrega, como parte de la trilogía que se puso a la venta en 2012.

El impacto de Mass Effect es indiscutible en la industria; aunque fue duramente criticado por la reducción del componente rpg en beneficio de la acción en sus secuelas y, después, por el desenlace de la historia, lo cierto es que el carisma del mundo concebido, las elecciones a tomar durante el juego o la lograda sensación de ser exploradores de la galaxia, hicieron mella en la comunidad de jugadores.
Ganador de múltiples premios al mejor juego de rol (BAFTA, AIAS, IGN, VGA) entre sus distintos capítulos, la saga de Bioware cuenta con novelas, un enorme merchandising y películas de animación.
Su última entrega, Andromeda, se editó en marzo de 2017 con un rendimiento comercial alejado de las cifras esperadas (menos de dos millones de unidades entre todas las plataformas, frente a los más de cinco que obtuvo sólo la tercera parte), y estigmatizado por una recepción polémica, propiciada por la inevitable ausencia de Shepard y las críticas a animaciones y expresiones faciales.
El rumbo de la saga queda en el aire, máxime después de saber que el equipo responsable de la última entrega, Bioware Montreal, se ha disuelto para fusionarse con EA Motive (colaboradores fijos de los títulos de Star Wars de DICE), y que, además, los pesos pesados de la compañía están volcados con Anthem, cuyo universo es estéticamente muy similar al de Mass Effect. El tiempo dirá si volvemos a encontrarnos con un krogan.
