Sencillos rompecabezas con una profunda reflexión vital como eje
Una carta desencadena la repentina marcha de un anciano a un destino que sólo él sabe. ¿Qué mensaje contiene para empujarle a recorrer tan largo camino? Sólo acompañándole lo averiguaremos.
Old Man’s Journey nos propone embarcarnos en un viaje por los recuerdos de toda una vida.
Para ello, recurre a una puesta en escena similar a los teatros de títeres y los libros troquelados: cada pantalla se compone de numerosos planos 2D a alturas desiguales, que deben nivelarse –con el cursor, al clásico estilo Point & Click, e incluso a través de control táctil en Switch- para que el protagonista sea capaz de cruzar.

La mecánica se irá complicando sutilmente, al introducir obstáculos que impiden avanzar o barreras que se destruirán, combinando elementos del escenario.
El ensayo-error es, de esta forma, la rutina de un juego nada complicado y que puede superarse en menos de dos horas.

Un tiempo lo suficientemente escaso para que el precio (7, 99 € en consolas/Steam) se cuestione y, paradójicamente, que la experiencia deje un agradable sabor de boca al no estirar un planteamiento tan uniforme.

El título de Broken Rules encaja con aquellas alternativas indies que disimulan su basicidad con encanto.
Es un juego estéticamente estimable, con un acertado uso del color, cuajando el efecto de ser un cuento animado: la paleta está rebosante de tonos intensos y fuertes contrastes.
Cada sección, además, finaliza con un plano estático que recrea la pintura con acuarelas, mostrando un evidente buen gusto.

El trayecto discurre por villas y costas de clara inspiración europea; los parajes urbanos recuerdan a las pequeñas ciudades centroeuropeas, los rurales a las típicas estampas de montañas alpinas y los puertos a los característicos del Mediterráneo, recreados con la entrañable simplicidad de las ilustraciones infantiles.
Las melodías, a cargo de Andrew Rohrmann (uno de los diseñadores de sonido de Xbox 360 y compositor de Oxenfree), responden a las necesidades que requiere toda producción muda –como es el caso-, mostrándose intimista, inquieta o alegre según los acontecimientos que tengan lugar en pantalla.

Aunque las principales bazas de Old Man’s Journey sean su parcela artística y la ligereza de sus puzles –idóneos para un paréntesis entre juegos más densos-, el componente emocional también brilla con luz propia.
En palabras de sus creadores, su propósito era entregar una meditación sobre la vida y las determinaciones que se toman, para concluir que siempre hay que esperar segundas oportunidades.
No desvelaremos más de la cuenta en esta reseña, pero la fuerza de su mensaje es, con toda certeza, el mayor acierto del juego; las etapas, momentos y decisiones que componen la vida del anciano son de carácter universal, lo que facilita que nos identifiquemos con el relato.

Porque, a fin de cuentas, todos tomamos caminos acertados, nos equivocamos, ayudamos y nos ayudan. Y Old Man’s Journey nos recuerda que, en el viaje de cada uno, siempre hay que dejar sitio en la mochila para la esperanza.

RESUMEN
LO MEJOR |
LO PEOR |
El apartado artístico dibuja una fábula emotiva y colorista | Su extrema sencillez jugable es un arma de doble filo |
La estupenda banda sonora | No termina de sacar partido a algunos de sus propios esquemas |
La fuerza y universalidad de su mensaje | Duración controvertida |
La fórmula se vuelve repetitiva demasiado pronto |